A PLENO PULMÓN
Andamios literarios

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Mario Vargas Llosa escribió en Londres, hace 11 años, unas reflexiones acerca de Graham Greene que me parecen memorables.  Al referirse a “El tercer hombre”, texto escrito por Greene para una película, Vargas Llosa opina: “En literatura el tema no es nunca lo esencial; lo son el estilo y el orden –la forma-, pues ellos determinan que una obra sea profunda o vacua, espléndida o exangüe de significados.  Con el tema más truculento y disparatado que cabe imaginar, Faulkner escribió novelas imperecederas como “Santuario” y “Mientras agonizo”.  Juzgo  importante que un escritor lea cuidadosamente a otros escritores.

Hay escritores narcisistas que sólo tienen ojos para sus propios escritos.  A los escritores que escriben continuamente se les hace difícil –a causa del tamaño creciente de su propia obra y de las exigencias de su trabajo-, dedicar mucho tiempo a “mirarse el ombligo”.  Vargas Llosa es un escritor “prolífico”, como decían los viejos comentaristas de libros; también es  lector voraz y apasionado de otros escritores.  De ellos extrae enseñanzas o estímulos, que agrega al placer de leer buena literatura.  Sobre “El fin de la aventura”, de Graham Greene, nos dice: “La claridad y la transparencia del lenguaje son tan extremas que raspan el ideal flaubertiano de la invisibilidad:  se diría que la historia se autogenera ante nosotros sin necesidad de palabras”.

Vicente Huidobro recomendaba a los poetas no cantar a la rosa sino hacerla florecer en el poema.  Con los “andamios” propios de la prosa puede ocurrir otro tanto: que “veamos” los objetos sin sentir el peso de las palabras.  Vargas Llosa estima que con “El fin de la aventura” Greene estuvo “cerca de la obra maestra” y pregunta: “¿Por qué no llegó a escribirla, teniendo el excelente oficio, la buena cultura y la pasión por la literatura que tenía?  ¿Qué le faltó?”

“Dos ingredientes, difíciles de definir, que asoman detrás de todas las grandes novelas, pero nunca en las suyas: una ambición desmesurada y cierta dosis de insensatez (puede llamársele locura)”.  Saquemos la cuenta de la “homilía estética” de Vargas Llosa: el tema no es más importante que el estilo; la ingravidez verbal nos conduce a la presencia inmediata; finalmente, dos porciones de locura son imprescindibles.

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