A PLENO PULMÓN
Animal transgresor

A PLENO PULMÓN<BR>Animal transgresor

Pocos pensadores se atreven a reflexionar sobre la situación política, económica y moral, del mundo de hoy.  Los remedios económicos propuestos son: mayor endeudamiento y expansión monetaria o, al revés, rígidas limitaciones del gasto publico, austeridad para la población.  A menudo estas recetas no pasan de ser simples palabras, argumentos políticos encaminados a tranquilizar este o aquel sector de la sociedad.  Otras veces, las “curas financieras” son parches sucios encima de heridas purulentas.  Los problemas que vivimos actualmente también son políticos.  Todos los países han sufrido un descenso enorme en la calidad de sus líderes políticos. Escasean los verdaderos estadistas y abundan los “pseudócratas” y demagogos.

Los políticos de nuestro tiempo han superado a los del pasado en el “arte escénico” de la manipulación popular.  Están auxiliados por medios de comunicación cada vez mas eficientes.  Además, existen “nuevas tecnologías” que les permiten atropellar o abusar con absoluta impunidad.

 A manera de ejemplo, coloquemos cuatro palabras en línea que ilustren abreviadamente la coherencia: “excremento hediondo ofende nariz”; o abuso continuo desata revueltas; que es el caso que nos ocupa.  Las recetas políticas, como las económicas, oscilan en un columpio ideológico; van desde la estatización violenta de servicios públicos y empresas industriales, hasta la libertad de operar los mercados sin ninguna reglamentación.

Reglas, mandamientos, normas, leyes, han sido siempre “canales” para la convivencia social.  Las tablas de Moisés constituyen exigencias morales de carácter religioso; y las leyes, reglamentos civiles consentidos o pactados.   Para los fines de este escrito, la diferencia entre esas dos clases de normas es irrelevante.  Ambos sistemas reglamentarios son violados continuamente por los seres humanos.  El hombre es, esencialmente, un animal transgresor.

Ha cometido fechorías en las monarquías, en repúblicas democráticas, en los regimenes socialistas.  Las “culpas del capitalismo” o las del socialismo totalitario, arrancan de las “fallas” del hombre, no de las deficiencias intrínsecas de los sistemas políticos.

 Ahora decimos “educar en valores”.  ¿Cuáles valores? ¿Valores morales? ¿Valores cívicos? Los preceptos en virtud de los cuales nos conducimos proceden de la educación y de la religión, de la tradición y la enseñanza escolar.  Padecemos un conflicto triple: político, económico y moral, si se quiere, axiológico.  Ninguno podrá resolverse sin reglas, normas o mandamientos.

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