A PLENO PULMÓN
Antigüedad  del abuso

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En el capítulo primero de Eclesiastés Salomón dice: “Estoy más adelantado en sabiduría que todos los que reinaron antes de mí en Jerusalén.  Acumulé los conocimientos y el saber.  Me dediqué a ver dónde están la sabiduría y la ciencia, la estupidez y la locura.  Pero ahora veo que aun eso es correr tras el viento”. Entonces, concluye: “Mientras más se sabe, más se sufre”.  En el capítulo segundo, Salomón se propone: “vamos, encontremos la alegría, y que yo pruebe la felicidad.  Pero eso también no es más que un viento”.  Poco después añade: “lo único que el hombre puede esperar es comer, beber y pasarlo bien”. Sobre este asunto Salomón advierte: “he visto que también en eso está la mano de Dios”. 

Acerca de sabidurías practicas, conectadas con la política y la indigencia, escribe en el capítulo cinco: “si ves en una provincia al pobre oprimido, el derecho y la justicia violados, no te sorprendas; por encima de una autoridad mala hay un oficial superior que encubre, y por encima de éste, otros más elevados.  El país avanzará si el rey se pone al servicio de los campos.  De la riqueza, afirma a seguidas: “el que ama el dinero nunca tiene suficiente: ¿por qué, entonces, perseguir una satisfacción que nunca llegará? Esto no tiene sentido”.

 Cierra su reflexión de este modo: “si se acrecienta la riqueza, se multiplican los que la comen: ¿y que saca su dueño con tenerla?  Sólo el gusto de verla”. No conviene a los jóvenes leer pensamientos tristes o decepcionantes, como los que he citado arriba. Es más estimulante leer “Cantar de los cantares”, otro libro de Salomón, un himno al amor del hombre por la mujer y al de esta por el varón. El mundo marcha hacia adelante por efecto del entusiasmo y retrocede a causa de la desilusión.

 Sin embargo, es útil comprobar que las injusticias y los atropellos son anteriores al capitalismo y al socialismo.  Las culpas no deben recaer sobre los “burgueses explotadores” o los comisarios “marxistas-leninistas”, sino sobre la condición humana.  Salomón fue un gobernante y un proto-pensador; vivió muchos siglos  antes de Cristo.  Sostenía  que “disfrutar con el trabajo es un don de Dios”.

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