A PLENO PULMÓN
Apreciada Pretexta:

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Apreciada Pretexta:

La primera revelación importante que debo hacerte es que me da mucho trabajo cortarme las uñas de los pies.  Tengo los pies a la misma altura de los ojos que en los años cincuenta; pero ahora mi visión es mucho menor.   A menudo me excedo en el corte y me sangra un dedo meñique o los pulgares.  Después de ejecutar operaciones de “pedicura” quedo sofocado y de mal humor.  A la posición encorvada, y al esfuerzo de mirarme los dedos sin las gafas puestas, atribuye mi vecino todo el problema.  Dice que debo sujetar las gafas con una cinta elástica y colocar los pies sobre un taburete.

Él es un anciano rutinario; desea que yo entre en esos “reglamentos domésticos” y los siga al pie de la letra.  La mujer, una vieja chismosa que censura continuamente a sus amigas, opina que lo mejor es pagar a un podólogo llamado Cantalicio y olvidar el asunto.  –“No hay que ser tan tacaño;  si usted no sabe hacer un oficio, pague a quien lo haga concienzudamente: un profesional”.  Los teléfonos de nuestro país se oyen mal durante la mitad de la semana; dicen que los espías del gobierno graban todas la conversaciones; pero algunos días parecen altavoces y se oye hasta lo que no quiere oírse.

Uno de esos días, escuché a la mujer del vecino decirle a mi esposa: “tu marido cogerá una infección por los pies; no lo salvará ni el médico chino”.  Esa bruja me tiene ojeriza porque una vez escribí un artículo acerca de “ladrones políticos”.  Ella pensó que contenía una pulla “indirecta” contra su hijo, a quien llaman “el gato barcino”.  Publiqué, hace muchísimos años, un libro titulado “Disparatario”.  En la cubierta aparece la fotografía de un gato barcino. Al ver esa imagen, la vieja “confirmó” la sospecha de que el artículo  mío aludía a su hijo.

Con cuarenta años de retraso atiendo tu “solicitud de carteo”.  En “aquel tiempo”, como dicen los predicadores, estaba leyendo un libro de Alejandro Dumas.  Ya no leo a ese escritor; y he olvidado completamente  las aventuras de “Angel Pitou”.  Sólo recuerdo que la madre del novelista era haitiana; que el padre, militar, fue sustituido por Napoleón.

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