A PLENO PULMÓN
Arandelas del corazón

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Todos los dominicanos han escuchado alguna vez el popularísimo villancico que canta: “ábreme la puerta/ que estoy en la calle,/ que dirá la gente/ que esto es un desaire”.  Después viene el estribillo que repite: “a las arandelas/ a las arandelas/ de mi corazón”.  Es probable que el corazón tenga tuercas y arandelas, del mismo modo que tiene ventrículos y válvulas.  De la parte anatómica del músculo cardíaco se saben muchas cosas “a ciencia cierta”, como dicen los médicos cardiólogos.  Pero todavía quedan numerosos misterios –eléctricos, químicos, emocionales–, relacionados con la fisiología del corazón. 

 Hace unas pocas semanas tuve el placer de escuchar una conferencia acerca de la historia de la cardiología, dictada por el doctor Héctor Mateo en el espléndido auditorio del Hospital General Plaza de la Salud.  Un tema totalmente desconocido para mí. Descubrí asombrado que los conocimientos sobre las dolencias del corazón se han conquistado lentamente.  Los antiguos “médicos pulsistas” escuchaban los ruidos coronarios y median la frecuencia de los latidos, su aceleración o disminución.  Auscultando al paciente obtenían meros indicios de problemática interpretación.

 En épocas tan recientes como los años 1960/1970, se recetaban medicamentos para el corazón que luego se comprobó no producían mejoría alguna.  La experiencia del médico era el factor más importante de los tratamientos; y tal vez siga siendo así en nuestros días.  La cardiografía, la cirugía intracardíaca, han sido “avances formidables” que, sin duda, permiten prolongar muchas vidas.  La radiología y la farmacología actuales han contribuido también a combatir mejor las enfermedades del corazón.

 Mi queridísimo doctor Héctor Mateo no se cansa de recomendar caminatas y dieta “balanceada y variada”.  Lo cual quiere decir que la higiene es fundamental en la prevención de las enfermedades.   Parece que los “adelantos de la ciencia” de cada época son “superados” en los años siguientes, en una especie de “carrera de relevo” interminable.  Cuando comenzó la cardiografía un literato español con buen humor dijo que él podía leer “los picos de los electrocardiogramas”.  Mirando los gráficos, dijo: “se ve claro por los trazos que Ana ama a Manuel”. Los conflictos desagradables, los disgustos continuos, pueden aflojar o romper las arandelas y tuercas del corazón.  Evitémoslos en el nuevo año 2012.

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