Acabo de leer en el diario “El País” este titular: El escritor Juan Goytisolo y los responsables de la “Nueva gramática de la lengua española” recogen en Toledo los premios Don Quijote por su defensa del idioma.  Se informa en el texto que “la obra colectiva ocupó durante once años a 127 filólogos de las 22 academias”.  Uno de ellos, Ignacio Bosque, coordinador general de la obra, dijo: “más que un tratado es un signo de identidad”.  En la primera plana apareció una fotografía de Juan Goytisolo y Víctor García de la Concha, director de la Real Academia Española desde 1998, filólogo, catedrático de literatura en la Universidad de Salamanca.

Juan Goytisolo, narrador, ensayista, ha sido también corresponsal en Chechenia y en Bosnia-Herzegovina.  Nació en Barcelona en 1931; reside actualmente en Marrakech; fue un tenaz opositor de la dictadura franquista.  Sufrió por ello censura y prohibiciones.  Goytisolo leyó en Toledo un hermoso discurso centrado, como es obvio, en la figura de Cervantes y en la grandísima influencia que don Quijote ha ejercido sobre escritores de todas las lenguas.  Opina que Cervantes, “ajeno a las glorias, asumió su destino con inquebrantable fe en si mismo”.  Más que leer, lo que hice fue “beber”, en un largo sorbo, las palabras de Goytisolo. 

Es doloroso que los mejores escritores de todos los tiempos sean “machacados” por el “poder público”, de una manera o de otra.  Gobiernos, estamentos sociales, instituciones, colocan, con regularidad sospechosa, un nudo corredizo alrededor del cuello de los escritores más capaces de “desentrañar misterios” de la convivencia.  Afirma Goytisolo: “La obra de Cervantes es un rico muestrario de las estrategias defensivas de su marginación social, ideológica y literaria”.  Dice que el ingenioso hidalgo “fascina y fascinarᔠa lectores de hoy y del futuro. 

Don Américo Castro escribió un maravilloso estudio: “El pensamiento de Cervantes”, donde explica la forma “indirecta” que empleaba para expresar verdades fundamentales.  Locura y risa son “mascaras”, según Goytisolo.  “Cuantos conservan un poco de juicio en medio del griterío colectivo estorban y se les tilda de chiflados”.  Cervantes, el dramaturgo, “no pudo ver representadas sus obras a causa de su falta de arrimos, del caciquismo imperante y la envidia de sus rivales”.