Un artículo para leer es un libro; tal vez unas gafas, aunque estas últimas sirvan para ver cualquier cosa, no sólo letras de molde. Hay tiendas de artículos para el hogar; también de artículos religiosos, donde venden Biblias, rosarios, oraciones, estampas de la Virgen de Fátima. Todos los artículos de periódico deberían ser para leer. Pero en Santo Domingo no es así. Frente a un escrito de opinión, los lectores dominicanos preguntan: ¿Cuál es el tema? ¿Quién lo escribió? ¿A cuál partido pertenece el autor? Estas preguntas pueden calificarse de aproximativas a la lectura?
El lector tiene sobrados motivos para ser cauteloso frente a un artículo de opinión. Quiere saber si la persona que lo escribió posee conocimientos suficientes para opinar acerca del sedimento acumulado en las presas, digamos, a modo de ejemplo. Es legítimo preguntar si un opinador habla por su cuenta o sirve a los intereses de un partido político. Los dominicanos no se quedan ahí, en cosas elementales. ¿Averiguaste a quién ataca? ¿A quién defiende? ¿Tira pullas a algún ministro? ¿Da funda al gobierno? ¿Cuál es el objetivo del artículo? ¿Qué hay detrás?
Este es un artículo con su batatica, se oye decir a menudo. La batatica es un bulbo de malignidad enterrado en el texto, que es, precisamente, lo que el lector debe encontrar. Si el escrito carece de batatica, entonces se trata de un artículo inocuo, o sea que no hace daño a nadie. El caso es que nos hemos acostumbrado a buscar bataticas en todas las manifestaciones periodísticas o literarias. Finalmente, dejamos de interesarnos en artículos que son para leer, para disfrutar del placer de transitar por un texto sin bulbos escondidos.
Cuando un artículo no contiene cargas de profundidad, es frecuente que el lector diga: lo vi esta mañana; me pareció que ni fu ni fa. Enseguida queda rotulado como inocuo. Inspira más respeto, al parecer, un artículo venenoso e inicuo que un escrito bobo, redactado para leer… y nada más. Quizás sea el momento de restaurar el equilibrio psíquico de los lectores mediante escritos sin objetivos militares, partidaristas, punitivos o difamatorios. Leer no tiene que ser un trabajo de minero. Podría ser una hermosa y placentera actividad.