A PLENO PULMÓN
Asignaturas desechadas

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Asignaturas desechadas

En las viejas escuelas primarias a las que asistí se exigía cumplir con asignaturas que ya no existen: artes manuales; así se las designaba de manera general. Esas “manualidades” abarcaban el aprendizaje de varios oficios y artesanías: modelado en arcilla, repujado en cuero, encuadernación, radiotecnia, electricidad, mecánica elemental.  Conocí algunas personas que costearon sus carreras universitarias ejerciendo oficios aprendidos mientras cursaban los estudios primarios.  Un ingeniero civil que aún vive, cuyo padre era muy pobre, abrió un taller de “reparación de radios y altavoces”.  Se gradúo con honores y sin escasez de dinero.

Hace cincuenta años fui testigo de un caso que muestra el valor que esos conocimientos prácticos tenían entonces, en país pobre gobernado dictatorialmente.  La muerte súbita de un árabe con habilidad para los negocios dejó una viuda, tres hijas, un varón joven.  El muchacho se dedicó a encuadernar libros y documentos públicos.  Encuadernaba para mis tiras cómicas del “Rataplán”, textos escolares “descosidos”.  Ayudó a su madre a criar las hermanas, estudió contabilidad, administración; finalmente, fue a vivir a Nueva York.  Lo volví a ver hace seis meses.  No distinguió nunca entre “artes liberales” y “artes mecánicas”.

 A partir del primerizo entrenamiento escolar en modelado en yeso, en arcilla, descubrieron muchos escultores su vocación definitiva.  En otros, aprender algo sobre la electricidad despertó el interés por las técnicas aplicadas, por la ciencia física pura.  Tengo recuerdos visuales, olfatorios y táctiles, en conexión con el arte de encuadernar libros.  El olor de la cola de pegar ha cambiado; existen hoy aglutinantes más duraderos y eficientes que los antiguos.

Los niños que han construido “radios de galena” simples, elementales si se prefiere, pudieron experimentar la emoción del contacto directo con las ondas hertzianas; entraron, por una puerta pequeña, a la iluminación intelectual, a dar los pasos medidos del ingenio que reclaman las técnicas.  El orden “canónico” de un primitivo receptor de galena es: de antena a galena, de galena a auditivos, de auditivos a tierra.  Entre estos puntos podemos intercalar dispositivos que mejoren la audición o la manipulación, pero el camino esencial es el mismo.  El aprecio por la ciencia, la técnica, el pensamiento abstracto, se estimulaba mediante la enseñanza de “Artes manuales”.

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