A PLENO PULMÓN
Atrévete a pensar

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Pensar ha sido siempre arriesgada tarea; no sólo en tiempos de Sócrates o de Galileo; también en nuestra época es peligroso pensar.  No importa cuál sea “el tema  central” del pensador, en todo caso confrontará dificultades: burla o persecución, marginación o prisión, son “grados” de las dificultades a que podría estar sometido “por no seguir la corriente”.  Trátese de investigar la naturaleza, el pensamiento o la sociedad, la reacción será igual.  Después de lo “políticamente correcto”, viene lo “socialmente  aceptable” y, por último, lo “mercadológicamente conveniente”.  Un hombre que piensa, molesta tanto como un tipo que tose continuamente en un  autobús.

Los políticos tienden a la demagogia del mismo modo que cualquier bola rueda por una pendiente;  parece un asunto “gravitatorio”; está de por medio “la atracción de las masas “La cuestión de ricos y pobres no debería ser repensada, pues ya se ha dicho que “lo pertinente es despojar a los ricos” de sus bienes y repartirlos entre pobres. Al poderoso empresario “hay que incautarle sus propiedades”.  En ciertos casos extremos se pregona: “es preciso exterminar esta clase social”.  Los políticos, en varias épocas y países, han engatusado a los pobres programáticamente; “manipular las masas”  se califica como “problema menor”, aunque a veces el propósito final sea “el sometimiento”.

La experiencia histórica indica que “matar a los empresarios” es, en ocasiones, el primer paso para “esclavizar a las masas”.  Entre Cuba y China hay enormes diferencias, demográficas y culturales; también algunas semejanzas.  Los dos países vivieron transformaciones revolucionarias radicales.  Ambas sociedades están regidas por partidos comunistas.  En Cuba no existen empresarios; barberías y peluquerías, son propiedades del Estado que los particulares pueden  “arrendar”.  En China “funcionan” millones de empresarios –pequeños y grandes-  en todos los sectores de la economía.  En esos dos lugares del mundo el Partido Comunista es, constitucionalmente, “el primer poder del Estado”.  Pero en cada uno se ejerce de manera distinta.

Para resolver en RD el trágico problema de la pobreza es obligatorio organizar el incremento de la producción de bienes y servicios.  Tener trabajo, comida, educación, medicamentos,  son aspiraciones legitimas que requieren la “colaboración de clases”, un “proyecto colectivo de vida común” y planes de acción rigurosamente pensados.

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