A PLENO PULMÓN
Barriles antillanos

<STRONG>A PLENO PULMÓN</STRONG><BR>Barriles antillanos<BR>

Muchas personas que han viajado por las islas de las Antillas resumen sus impresiones en una sola “frase fotográfica”, apropiada para promoción turística: “Son islas de sol y cocoteros”.  Esta expresión, que aparece en el famoso poema “Yelidá”, de Tomás Hernández Franco, se atribuye a un mítico marinero noruego.  “Son islas llenas de goletas y redes de pescar”, han dicho algunos viajeros de Europa central.  No hay ninguna duda de que existen cocoteros y goletas en todas las islas del archipiélago;  y también pescadores con redes echadas o tendidas al sol.  Pero no es lo único que hay.  “Son islas con mujeres negras que mueven las caderas”, afirman ciertos visitantes.

 Unos miran la naturaleza, otros las embarcaciones o las formas de trabajo; muchos fijan la atención en las personas, en el color de su piel, en las “costumbres mestizas”.  “Son islas de negros vestidos con ropas multicolores”, declaran algunos turistas desde “la cumbre” de sus prejuicios.  En islas francesas, inglesas, españolas, hubo esclavitud.  Es natural que muchísimos pobladores de las Antillas sean negros o mulatos.  Un poeta dominicano, Francisco Domínguez Charro, escribió un poema titulado: “Viejo negro del puerto”.  Revela en el título la “condición” racial y la ocupación del personaje.  Hernández Franco compuso un poema dedicado a “Pancho Alegría, capitán de goleta”, a quien llama “parrandero de tormentas, dormilón de calmas chichas”.

 Después viene el ron de caña como distintivo de nuestras islas.  Es cierto que esta bebida se inventó en una isla inglesa: le llamaban “kill devil”, esto es, matadiablo.  Más tarde, la “reprodujeron” en una isla francesa donde la bautizaron como “rumbullion”, de donde viene su nombre: ron, “rum”, “rhon”, en los diversos idiomas que se hablan en la región.  “Son islas de ron y música de percusión”, nos dicen despectivamente.

 Turistas más sensibles nos califican a través del arte culinario,  de las maneras típicas de sazonar la comida. Ya es famosa la “pickapeppa” de Jamaica, para condimentar desayunos.  Un viajero español opina que nuestras islas “están repletas de barriles”.  Las ferreterías los tienen de clavos y grapas; en las bodegas los hay de aceitunas, de arenques, de anchoas.  Concluye: “todo emigrante que trajo un barril a las Antillas, se hizo rico”.

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