A PLENO PULMÓN
Bella época cancelada

A PLENO PULMÓN<BR>Bella época cancelada

Rainer María Rilke escribió a Kappus desde París en febrero de 1903.  Todas las cartas de Rilke a sus amigos y relacionados son respetuosas y “diplomáticas”, como corresponde a un europeo culto educado a finales del siglo XIX.  Se le llama “Belle epoque” al periodo comprendido entre la guerra franco-prusiana de 1870 y el comienzo de la Primera Guerra Mundial, en 1914.  Esa época de paz en Europa fue también un tiempo de inmovilismo social; de enormes dificultades para pasar de una clase social a otra.  Era usual entonces que un hombre naciera y muriera en la misma habitación; que trabajara en un empleo durante cincuenta años.

Burgueses y aristócratas marcaban en ese tiempo el compás de la vida social; dictaban las “maneras de conducirse”, los ritos ceremoniales del trato entre superiores y subordinados.  Rilke nació en Praga en 1875.  Vivió inmerso en esa atmósfera colectiva.  Desde el Castillo de Duino Rilke escribió varias cartas a Lou Andreas Salome.  Fue allí donde compuso la mayor parte de las “Elegías duinesas”.  En este castillo, propiedad de la princesa Marie von Thurn und Taxis, le fue permitido alojarse para que pudiera desarrollar su obra poética.  La princesa de Thurn y Taxis-Hohenlohe, mujer culta y rica, admiraba a Rilke y lo protegía.

A esa aristócrata escribe Rilke desde Toledo: “Ay, princesa, pienso en la salida del sol que una vez describió tan bien desde la ventana de Duino, y querría tener tanta presencia de ánimo en el corazón para poder estar ante tales objetos, quieto, atento, como un ser que mira y no se preocupa de si…”  Todos estamos en deuda con el mecenazgo de la princesa Marie.  Ella contribuyó, con su refinamiento y generosidad, a que existieran las “Elegías diunesas”.

Algunos grandes burgueses, en Alemania y Austria, sentían necesidad de prolongar la tradición de los mecenas del Renacimiento italiano.  Ludwig Wittgenstein, el famoso lingüista y filósofo vienés, legó a varios artistas parte de su riqueza.  Entre ellos estuvo Rilke.  Wittgenstein, heredero de una de las familias más ricas de Austria  –productores de acero–, renunció a su fortuna personal que distribuyó entre sus hermanos.  Dos guerras mundiales “removieron” el tinglado completo, tanto clases inmóviles como ricos mecenas.

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