A PLENO PULMÓN
Boda de piojo y pulga

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“El piojo y la pulga se quieren casar”.  Con esta frase comienza un juego infantil conocido en toda la República Dominicana.  Piojo y pulga no disponen de dinero para costear un agasajo a los invitados.  Entonces otros insectos prometen contribuir en los gastos de la celebración.  “Que siga la boda, que yo pongo el pan, dijo el gorgojo desde el gorgojal; que siga la boda, que yo pongo el vino, dijo el mosquito desde el mosquitino”. 

Para las bodas de Haití con la RD muchos países han prometido contribuir con pastelitos y tortillas.  Hasta ahora, no se han visto “bandejas” que valgan la pena.  Entretanto, ha surgido la posibilidad de que asistamos a una insólita batalla “de genero” entre el cólera y la cólera: entre el “cólera morbo” y la “cólera social”.  Hace un año Haití sufrió un terremoto que produjo más de 200,000 muertos y 1,500,000 damnificados.  La presión migratoria de haitianos hacia la RD aumentó considerablemente.  Los organismos internacionales acordaron ayuda para Haití; e incluso la organizaron.  Después del terremoto llegó la epidemia del cólera y la enfermedad mató varios miles de haitianos adicionales.  Muchos decidieron huir al territorio del país vecino.

Ayer el “Listín Diario” trajo la noticia de que en Santiago se han formado “brigadas” de vecinos para sacar haitianos indocumentados de ciertos barrios situados al borde de insalubres cañadas, llenas de basura y excrementos humanos.  La información señala que en el poblado de Jicomé fue detenido un chofer que transportaba siete haitianas embarazadas que venían a parir a RD; ofrece el nombre de un abogado que asumió la responsabilidad de ser vocero y asesor legal de la “primera brigada”, compuesta por 100 hombres.  La reseña incluye las palabras de un oficial de migración: “los haitianos se han ocultado; no fueron repatriados, como se cree”. Al revés del abogado, prefirió “permanecer en el anonimato”.

Hay personas que sueñan con que las profundas diferencias culturales entre ambos pueblos se borren “en un santiamén”.  Cambiar los textos escolares para enseñar la historia, es una vía, dijo recientemente un estudiante haitiano. Pero no es fácil modificar dos idiosincrasias.  Una boda forzada de piojo y pulga –lamentablemente– puede acabar en la más trastornadora guerra civil.

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