A PLENO PULMÓN
Brindar una langosta

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Ayer recordé bajo la ducha mi encuentro con aquel funcionario.  Enjabonado completamente y estimulado por el fuerte chorro de agua fría, me pareció asistir a la filmación de una película.   Yo estaba sentado en una mesa del restaurante X, junto a un ventanal protegido por fuera con una reja de hierro; por dentro, unas persianas amortiguaban el exceso de luz.  A través de ellas lo vi llegar.  Descendió de un vehículo enorme, a medio camino entre furgoneta de reparto y carroza fúnebre… pero con algo de tanque de guerra.  Abrir la puerta y salir del automóvil fue una operación teatral lenta, como si se quitara una bata forrada de seda china.

Entró al restaurante y me miró. –¿Usted es el periodista? –Sí, soy periodista, lamentablemente. –Dígalo duro, es una pena que un hombre como usted no sea rico y tenga que andar en una “carcacha” Toyota.  Cuando me estaciono en lugares como este oigo a los vigilantes decir: ¿Humm, de dónde habrá sacado para comprar esa locomotora?  No me importa en absoluto lo que digan; son unos envidiosos.  Leo sus escritos para estar enterado de lo que leen las personas cultas y tener temas que comentar con mis superiores.  Leo solamente con el propósito de “coger punta”.

 –¿Cuál es su nombre? ¿De dónde es usted? –De Zafarraya, Moca, donde murió el otro día un “motoconchista”, ahorcado por un haitiano. Me críe en un campo, pasando trabajos con mis padres, viendo a la gente darse machetazos por cualquier cosa.  No iba yo a desperdiciar la oportunidad de venir a la capital a trabajar con el gobierno: me llamo Indalecio Algomás.  Excúseme que le hable sin presentarme; su cara la he visto en la televisión y en el periódico.  Ustedes los de la ciudad no saben lo mal que se vive en  parajes pequeños.

Indalecio llevaba en cada mano un teléfono celular.  –¿Puedo  sentarme un momento con usted?  –Claro que sí, tome asiento.  –Lo he visto antes, en otra mesa, bebiendo un trago simple, comiendo pan y queso, acompañado por dos amigos; no quise interrumpirle.  Yo trabajo en el ministerio en “asuntos de libramientos”. –Camarero, traiga una botella de “Protos”, reserva.  Amigo, me gustaría brindarle una langosta.

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