En mi columna de ayer rememoraba la primera visita que hice al Museo de Arte Moderno de Nueva York. Apareció ilustrada con el famoso mural de Picasso: Guernica, una obra luctuosa, pintada por el horror que provocó la destrucción del poblado vasco en 1937. Picasso hizo antes varios bocetos, todos ellos en colores negro y gris. Cabezas partidas de toros y caballos; niños seccionados, indican que se trata de una tragedia colectiva. La guerra civil de españoles fue la fractura social más atroz, inclemente y sanguinaria, de toda su historia. Costó medio millón de muertos; se prolongó durante tres años.
No sé mediante cuáles procedimientos técnicos los diseñadores gráficos lograron colorear el mural de Picasso. Un ceramista italiano fabricó tazas y platos con dibujos sacados de Guernica; dio colores a piernas, brazos, cabezas, amputadas por el bombardeo. El artesano consideró que para desayunar no era bueno tanta negrura, ni siquiera grisuras tristes. Las tazas llevaban una figura que en el cuadro original pega un grito bajo la cabeza de una vaca. Los colores vivos del ceramista transformaron la desesperación de un alarido en una gárgara matinal de lavado bucal antiséptico. Los utensilios domésticos lograron así añadidos artísticos prestigiosos.
La pesadumbre no vende es un lema o criterio mercadotécnico- que tal vez haya influido en las decisiones coloristas del ilustrador y del ceramista, ambos nacidos en Nápoles. Los diseñadores gráficos han optado por el color como atractivo visual. Pueden poner carne y colores a un esqueleto para mayor gloria y gozo del lector. El propio Picasso hizo toda clase de experimentos con masas y formas. Descompuso Las Meninas de Velázquez; planos, perspectivas, figuras, fueron reacomodados, conservando los elementos básicos: la infanta Margarita, por supuesto; el perro, de frente; el pintor, a un lado; los reyes, reflejados en el espejo; finalmente, la enana Maribárbola, de fealdad barroca.
La vida actual da pie para todo. Podemos recortarnos la nariz, eliminar la grasa del vientre, transformar el color del pelo. Guernica no podía ser la excepción. Picasso es autor de la cabra preñada, animal metálico con ubres listas para alimentar las crías. Ojalá aparezca la cabra para ilustrar esta nota; o la monumental mujer de pie de Gastón Lachaise.