A PLENO PULMÓN
Cascos y discursos

A PLENO PULMÓN<BR>Cascos y discursos

Es ampliamente conocida la frase del militar prusiano Carl von Clausewitz: “la guerra es la continuación de la política por otros medios”.  Los contradictores de este teórico de la guerra disfrutan poniendo esa sentencia patas arriba: “la política es la continuación de la guerra por otros medios”.  Dan por sentado que el fenómeno humano radical y primigenio es la guerra; que la política es un refinamiento posterior, una especie de “sofisticación”.  No tienen razón esos críticos; el propio Clausewitz ha escrito que “la guerra entre naciones civilizadas surge siempre de una circunstancia política”.  Estaba convencido de que la guerra moderna era “un acto político”.

 No obstante, al mirar en TV las reseñas de las discusiones de Rodríguez Zapatero y Rajoy en las cortes españolas, uno se siente inclinado a creer a los que parodian a Clausewitz.  La buena educación, la cortesía obligada del protocolo, parecen encubrir los deseos de darse garrotazos.  Pero los discursos parlamentarios siempre son políticos; a pesar de su acidez, no llegan  a ser guerras con armas, tanques, ejércitos.

El caso es que cuando se presentan guerras es preciso recurrir a los militares.  Son especialistas en acosos, movilizaciones, ataques y defensas, armas y explosivos.  Los filósofos más inteligentes tienen poco que hacer en un campo de batalla, bajo una lluvia de obuses.  Kant y von Clausewitz, prusianos los dos, estaban destinados a cumplir tareas diferentes.  A Kant le interesaba “la paz perpetua”; a Clausewitz le llaman con justicia pensador, filósofo teórico de la guerra.

Vivimos hoy en una época de dificultades sociales y violencia urbana; los pronósticos de economistas no son halagadores.  Esa suma de problemas incrementa la presión sobre los “procedimientos democráticos”.  Se ha visto que un Código Procesal Penal, “garantista”, conectado directamente con la Constitución recién aprobada, nos deja a merced de los delincuentes.  Asuntos políticos intrincados suelen “parir monstruos”.  La democracia es preferible para los ciudadanos, siempre que haya un mínimo de seguridad y de bienestar. 

Loretta Napoleoni, autora de “Economía canalla”, dice que la mayoría de los chinos está feliz con tener más dinero; no les interesa la democracia.  Partido único, economía dirigida y control militar, son las normas generales.  ¿Asistiremos pronto a un ascenso de lo militar?

Publicaciones Relacionadas

Más leídas