A PLENO PULMÓN
Castración psíquica

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Castración psíquica

Aquel holandés había sobrevivido hasta hoy con toda clase de insuficiencias: económicas,  sexuales, de educación; se las arreglaba de un modo u otro. Pero hace varias semanas los médicos, tras mucho examinarlo, diagnosticaron insuficiencia renal; no podría aguantar más de ocho meses en pie.  ¿Trasplantes? ¿Diálisis? ¿Con que dinero pagaría los tratamientos? –¡Sólo tengo tiempo para arreglar las cuentas del funeral!  ¡Tal vez las que tengo pendientes con Dios! No necesito notarios, ni abogados; me gustaría, sin embargo, disponer de un taquígrafo. –¿Para que? dije, tan abruptamente que enseguida me avergoncé de haberlo dicho.

Cornelio Saenredam me miró a los ojos, sorprendido.  –¿No quiere usted que escriba una declaración antes de morir? Es un derecho que se concede incluso a los delincuentes condenados a la horca.  –Discúlpeme; a veces hablo sin pensar; no crea que mi intención ha sido maltratarle. –Muchas personas no ejercitan sus “facultades imaginativas”.  Suponen que nadie podría contarles algo que no hayan oído antes.  Usted no siente curiosidad por lo que pueda dictar este pobre holandés de Suriname.  Desde niños nos inculcan que “no debemos fantasear”.  Seguramente,  convencido de que un tipo raro de Paramaribo no tiene nada nuevo que decir.

–Si de buena literatura se trata, no es preciso nacer en Londres, Paris, Nueva York.   Rubén Darío nació en  Metapa; revolucionó la métrica castellana, informan las enciclopedias; Neruda nació en Parral; logró poner toda la poesía de cabeza; García Márquez nació en Aracataca; consiguió que “Cien años de soledad” circulara por el mundo entero.  Para las ciencias, puras o aplicadas, la cosa es diferente.  Pero, aun en este campo, la imaginación no puede faltar.  El aeroplano no existía; hubo que imaginarlo antes de construirlo; y así ocurrió con el fonógrafo, el teléfono, la luz eléctrica, el automóvil.  Claro que también con el Quijote y Hamlet.

–La castración química es un castigo espantoso que se aplica en ciertos países para reprimir a los maniáticos sexuales.  Ha sido abolido en casi todas partes.  La “castración psíquica” jamás se ha consignado en ninguna ley.  Pero se practica de diversos modos.  Nos persuaden de que la imaginación es una “fuerza perturbadora”, irracional, “anticientífica”. –¿Cornelio, para esta clase de especulaciones necesita usted un taquígrafo?

Publicaciones Relacionadas

Más leídas