En todas las ciudades del mundo existen plazas públicas donde la gente acude a pasear. Por lo general estas plazas son embellecidas con árboles y jardines; casi siempre tienen bancos, de metal o de granito, para que los paseantes puedan sentarse a conversar y descansar. En Santo Domingo era frecuente en el pasado que jóvenes y adultos se reunieran en los parques a charlar. Se hablaba de todo, pico a pico, sin que los minutos de conversación costaran un sólo centavo. Se discutían asuntos políticos, deportivos; se especulaba acerca del destino final de la humanidad; pero sobre todo, se contaban chismes: amores ilícitos, negocios turbios.
A las personas que acudían habitualmente a esas tertulias les llamaban charlatanes de parque. Por gastar demasiado tiempo en parloteos inútiles se les atribuía poco interés en el trabajo remunerado. De algunos se decía: es un hablador y un vago. Hablador, en este caso, no quería decir locutor o persona que habla, sino individuo capaz de inventar historias falsas, de echar a correr infundios. Esta imagen tendrá que ser corregida, pues actualmente los charlatanes de parque son poco menos que sacerdotes oficiantes de la verdad. Cosas que no publican los periódicos, ni aclaran los políticos, se ventilan en parques a viva voz.
Los nuevos charlatanes son personas sin inhibiciones, sin respeto alguno por los dignatarios, políticos o económicos, cuyas fotografías vemos en los diarios. El Presidente Obama, la canciller Merkel, la directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, el jefe del Sistema de la Reserva Federal de los EUA, Ben Bernanke, son receptores de las críticas más severas. Un charlatán barbudo declaró la semana pasada: el FMI no impone nunca sus condicionalidades al gobierno de los EUA. Opina que Ben Bernanke crea los dólares como si fueran palomas salidas del sombrero de un mago de feria.
Otro charlatán de parque, quien predica abiertamente en la ciudad colonial, dice que EUA y Rusia tienen los mejores sistemas de espionaje del mundo. Putin hizo su pasantía política en la vieja KGB; pero la CIA posee una altísima tecnología en espionaje. Como si trataran de balanzas de pagos internacionales, Putin y Obama forcejean por mantener el equilibrio de la balanza internacional del espionaje.