Voluntad, voluntario, voluntarioso, son tres palabras con la misma raíz. Se dice que hay hombres con voluntad de mandar; existen voluntarios que ayudan en la limpieza de las playas o en la atención de niños enfermos con cáncer. También hay personas voluntariosas, que no cejan en sus propósitos de conseguir notoriedad, riqueza o poder político. Casi todos concuerdan en que la fuerza de voluntad es la energía básica que sostiene la personalidad. Se habla de la voluntad de vivir que permitió la curación de tal o cual enfermo grave. Aquí, en la RD, oímos decir todos los días: carecemos de voluntad política.
Con esta frase se indica que no hay interés por resolver los grandes problemas de la nación; migración, electricidad, educación, seguridad, son algunos de los asuntos acerca de los cuales se afirma: no existe la voluntad política para afrontar esos retos. Pero tenemos voluntad política sobrante que se aplica sobre otros puntos, intensa y rigurosamente. Los lideres políticos dominicanos son siempre voluntariosos. Lo eran Balaguer, Bosch y Peña Gómez; lo son actualmente Hipólito Mejía, Miguel Vargas y Leonel Fernández. Ellos se empecinan en alcanzar sus metas por encima de la cabeza de todo el mundo. Y los demás que aguanten.
El voluntario presta su concurso aunque no reciba paga alguna; satisface así su deseo incontenible de servir, de contribuir a una obra con la cual se siente comprometido de buena voluntad. Frente a la buena voluntad se yergue, amenazante la mala voluntad, la intención perversa de echar arena en los engranajes de un motor que funciona bien. Hay sujetos dispuestos a colocar bombas en escuelas o en hospitales. Estos últimos son ejemplos de conducta patológica. Pero en el mundo actual es frecuente encontrar políticos que actúen en forma parecida.
Son capaces de destruir la moneda, la seguridad interna, la estabilidad internacional, el orden democrático, la paz social, con tal de hacer su voluntad. Lo hemos visto en Túnez, Egipto, Libia, Costa de Marfil. No les importa que esa voluntad sin límites legales pueda causar miles de muertes. Sólo un conjunto de voluntades la voluntad popular logra contener a estos políticos voluntariosos. Se trata de choques de voluntades con distintos criterios sobre la soberanía.