A PLENO PULMÓN
Cierre del calendario

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Cierre del calendario

Durante todo el año las personas pasan la mayor parte del tiempo “esclavizados” por los horarios.  Los trabajos tienen hora “de entrada” y hora “de salida”.  El hombre común está obligado a planear sus asuntos “con tiempo”.  Trasladarse desde la casa hasta el lugar de trabajo le obliga a contar con los taponamientos del tránsito de vehículos.  Se ha dicho que el reloj fue la máquina que regularizó el “desarrollo capitalista”.  En el siglo XVIII  ser relojero era una profesión tan prestigiosa como lo es hoy la de ingeniero de sistemas de computación.

Algunas veces nos es posible librarnos del grillete del reloj; entonces podemos contemplar las cosas “reposadamente”, sin el ajetreo y las premuras habituales.  Son momentos adecuados para escuchar música, leer libros pendientes, conversar con familiares y amigos.  También para “sacar balance” y reflexionar.  Ahora disfrutaremos la pausa de la Navidad, una tregua que no se han concedido los partidos políticos.  Tendremos oportunidad de meditar sobre problemas familiares o sobre trabajos profesionales; y acerca del porvenir de la sociedad dominicana.

 Muchos dominicanos oyen hablar de Suiza como de un “paraíso social”.  “Los suizos sí están bien organizados”, nos machacan los operadores de turismo; otro lugar común es presentar la Confederación Helvética a través de sus actividades industriales o de negocios: Suiza es un país donde hay vacas lecheras prodigiosas, relojes de alta calidad, un sistema financiero avanzadísimo.  Con el pago de la regalía pascual quedará solucionado el problema inmediato de la leche de los niños, el puerco, la “telera”, las botellitas de agua ardiente que no beben los Reyes Magos.  Los días feriados, la supresión de problemas financieros, nos acercarán a los suizos… “emocionalmente”.

 No somos suizos; tal vez logremos “soltar” los relojes de nuestras muñecas durante unos pocos días.  Pensemos en los muchos problemas de la República Dominicana que podrían ser resueltos o diluidos, reducidos o minimizados, mediante esfuerzos colectivos que no sería difícil coordinar.  Claro está que hay algunos, enormes, que no podremos resolver en muchos  años.  Pero es útil reflexionar sobre los problemas pequeños.  Toda solución ha de ser, primero, hipotética o mental; después, real y ejecutiva.  Ese “ejercicio” nos animará a comenzar el próximo año con esperanzas y proyectos.

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