Cualquier persona que transite por la avenida Abraham Lincoln podrá comprobar que en muchísimas esquinas faltan las tapas de las cloacas. En otras muchas calles también han desaparecido las tapas metálicas de las escotillas del alcantarillado. Se ha explicado, una y otra vez, que los exportadores de chatarra de hierro roban las tapas, sistemáticamente. Algunas personas, con mayor precisión gramatical y mejor información, dicen que ladrones independientes roban las tapas, las rejillas de los imbornales de las cunetas, y las venden a los exportadores de chatarra.
Los chatarreros, según esta manera de ver, no tienen la iniciativa de los robos. Solamente compran objetos robados a los vendedores. Ningún ladrón, desde luego, puede justificar la propiedad de una tapa con marcas de procedencia, de fundición y de uso. Los automovilistas sufren continuamente el peligro de que se les rompan aros y neumáticos. En algún momento se informó al público que las tapas metálicas serian sustituidas por tapas plásticas. Así los ladrones no tendrían la tentación de volver a robarlas: ya no serían metálicas; y no habría la demanda de los chatarreros.
La verdad es que tampoco se han colocado las tapas plásticas, para alegría de los automovilistas, impunidad de los ladrones y oportunidad de negocios para las autoridades. Una actitud generalizada en nuestro país es que el delincuente no tiene que ser perseguido. Lo mejor es sacarle el cuerpo al asunto. Las estatuas serán plásticas; las tapas también. Falta decir que los policías y las autoridades gubernamentales están a punto de plastificarse.
He tenido la oportunidad de leer un libro: Economía canalla, de Loreta Napoleoni, publicado en Madrid por Ediciones Paidós Ibérica, S. A. Este libro, recién traducido al español en el 2009, apareció en inglés en 2008. Transcribiré un párrafo pertinente: cuando la demanda voraz de acero en China explotó, las tapaderas de todas las cloacas del mundo empezaron a desaparecer. Las primeras desapariciones se notaron en Taiwán las siguientes en Mongolia y Kirgyztán. Más de ciento cincuenta tapaderas desaparecieron durante un mes en Chicago. Así ocurrió en Escocia, Montreal, Gloucester. La autora comenta que los compradores no pestañearon cuando leyeron: ciudad de Chicago, en letras grabadas en acero. Son, únicamente, exportadores de metales.