A PLENO PULMÓN
Cloroformo  político

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Cloroformo  político

A los niños se les adormece con canciones lentas y cadenciosas. Parece que los sonidos rítmicos regulares, los acentos musicales repetidos, inducen el sueño. Así como hay músicas que despiertan el ánimo e incitan al baile y a la acción, también hay composiciones hechas especialmente para tranquilizarse y “echarse a dormir”. Se dice del opio que tiene un poder letárgico extraordinario. La morfina y la heroína son substancias extraídas del opio. En los antiguos fumaderos de opio podían verse docenas de hombres desmadejados por la droga. Siguiendo esa tradición, Marx pudo escribir que las ideologías son “opio del pueblo”. Con toda propiedad a la planta de la que sacan el opio le llaman adormidera.

Los niños duermen de un modo; los adultos de otro. En una época como la nuestra, de auge universal del narcotráfico, cada vez mayor número de gente consume estupefacientes. Muchas personas sienten hoy la necesidad de narcotizarse, de aturdirse, para no tener plena conciencia de lo que ocurre en torno. Una forma de evadir la realidad es drogarse; otra es sumirse en una barahúnda musical electrónica. Pero estas no son las únicas vías para idiotizarse consuetudinariamente.

Algunos funcionarios públicos respiran continuamente vapores de cloroformo. El prestigio hospitalario, médico y sanitario, del cloroformo, les hace creer que han escapado de la atmósfera viciosa, degradante, del opio. El barniz bohemio y artístico que dieron al opio los “poetas malditos” en el siglo XIX, ya ha desaparecido por completo. Pero el cloroformo político es capaz de deformar la visión aun más que el opio. Esos funcionarios ven rosado lo que es negro; afirman que está muy bien aquello que está muy mal.

Evaden la realidad de una manera activa, no pasiva, como los que fumaban opio en unas simples cañas de bambú. Con expresiones autoritarias pretenden convencernos de que “no existe tal corrupción administrativa”. Todo cuanto se habla de criminalidad o delincuencia “son exageraciones interesadas” que han echado a correr los partidos de oposición.

Además de ver espejismos, estos funcionarios piensan que es “políticamente rentable” imponer, a los empujones, su “manera de ver el mundo”. Desde las cómodas poltronas gubernamentales cualquier cosa tiene, para ellos, el aspecto y perfume de una tableta de alcanfor.

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