Mario Puzo se crió en un barrio pobre de Nueva York, en los alrededores de la 10ª Avenida. Robaba hielo en verano y carbón en invierno. El propio Puzo ha contado la historia de los hijos de emigrantes italianos en EUA que no sabían hablar inglés. Puzo era uno de los niños que esperaban el paso del tren bajo los elevados de la avenida para quedar momentáneamente ocultos por el humo. Al desaparecer la nube, miraban otra vez la ciudad con ojos irritados. Un día los servicios sociales de la alcaldía establecieron en su barrio una biblioteca a la cual acudía un maestro de ajedrez.
El joven Mario empezó a aprender el juego-ciencia. Como era de esperar, permanecía varias horas sentado frente al tablero. Dejó entonces de mataperrear. También comenzó a leer obras clásicas de literatura norteamericana; a distinguir entre el slang ítaloamericano y el inglés literario. Cumplió el servicio militar durante la Segunda Guerra Mundial; la disciplina del ejército redondeó su primera educación. Al ser movilizado pudo conocer el Sudeste de Asia y parte de la vieja Europa. La mamma es un libro extraído de su infancia; La arena sucia, de la experiencia de guerra.
Inició La mamma creyendo estar por encima de vecinos y familiares; él recibió educación; había estudiado literatura en escuelas nocturnas. Descubrió enseguida que esos rústicos italianos que emigraron sin saber el idioma, sin tener profesión, eran verdaderos héroes. Trabajaban sin parar; a menudo morían en el tren; unas veces en el asiento, de infarto; otras, bajo las ruedas de los vagones. Reparó en las madres, lavanderas-cocineras que lactaban niños, enseñaban solidaridad y corregían comportamientos. La madre de Puzo consideraba que estudiar literatura sería impráctico.
El padrino dio a Puzo celebridad y estabilidad económica. A los demás mortales les hizo patente la realidad de las mafias. No solamente las mafias tradicionales: Cosa Nostra, Camorra, ‘Ndrangheta, propias de Sicilia, Nápoles, Calabria. Nos mostró como vivimos hoy rodeados de mafiosos que dominan grandes hoteles, casinos de juego, negocios turbios. Señaló, inequívocamente, el tema de nuestro tiempo. Además de El padrino, Mario Puzo escribió El siciliano, El último don. No en balde creció en la zona de Manhattan que llaman cocina del infierno.