Es muy frecuente que los gobernantes abusen de la paciencia de los gobernados; que los esquilmen, maltraten o encierren, sin que haya protestas ni resistencia. ¿Por qué ocurre esto? Algunos pueblos pobres viven en la más rasa inmediatez; no les interesa nada que pueda beneficiarles en el próximo trimestre. Sea a causa de ignorancia, abulia, hambre o desempleo, hay gentes a quienes no importa lo porvenir. Otros pueblos, tal vez menos pobres e ignorantes, vegetan sin esperanzas por efecto de la insolidaridad, el miedo, la complicidad. Los gobernantes disfrutan de lo lindo con esa pasividad ovejuna.
Comunidades ricas, con educación generalizada, se dejan llevar por políticos indecentes, como si fueran recuas de mulos unidos por una soga. A esta última clase de comunidades las tiran del cabestro porque no tienen tiempo disponible para los asuntos públicos. Entre trabajar, transportarse y consumir, les pasa la vida y les llega la vejez. Los políticos pueden hoy burlarse de los pueblos pobres e ignorantes, de otros menos pobres, con instituciones débiles y poquísimo entrenamiento cívico; y también de sociedades gordas y con educación, donde cada individuo tiene la cabeza dentro de su propio barril de maíz.
El ensayista español Fernando Savater ha expuesto la necesidad de construir caminos para relativizar el papel de los partidos políticos. Uno de ellos es evitar que se forme una costra de inamovibles especialistas en mandar, bajo la cual todos los demás seamos especialistas en obedecer. La palabra ayuntamiento significa ajuntamiento de vecinos de algún poblado; la gente se junta para tomar decisiones acerca de problemas comunes. Las asambleas de vecindarios son matrices del derecho público. Constituyen la raíz del poder municipal. En esos úteros sociales podría crecer el embrión compensatorio de los absolutismos centralistas.
Si no se desarrollan fuerzas compensatorias del poder de los partidos, de las facultades especiales de los organismos de seguridad, siempre los políticos nos conducirán al corral atados y con bozal. Un ejemplo típico es Nursultán Nazarbáyev, Presidente de Kazajistán. En 1984 presidió el Consejo de Ministros de su país, entonces una República Socialista Soviética. Desde 1991 es Presidente de Kazajistán. En las últimas elecciones obtuvo el 90% de los votos. Pronto cumplirá 21 años en el cargo.