A PLENO PULMÓN
Colcha de retazos

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Accedi ayer a un “blog”, movido por la curiosidad que despertaba su nombre: “Periodismo y ciencia”.  Encontré allí un escrito mío, publicado en noviembre del año 2006 por el periódico “Hoy”.  Era un comentario político general; no contenía una sóla palabra acerca de la ciencia, ni sobre las técnicas del periodismo.  Dicho articulo periodístico tuvo entonces “palpitante actualidad”.  Trataba el tema de la desaparición de los tres lideres que habían controlado la vida política dominicana durante décadas: Joaquín Balaguer, Juan Bosch, José Francisco Peña Gómez; y de su efecto negativo sobre los partidos políticos.

Al leerlo de nuevo comprobé que no había perdido actualidad ni pertinencia. Reproduciré aquí trozos de un escrito “excesivamente” largo. “A partir de 1961 comenzamos a ensayar como vivir en un régimen pseudo-democrático, cuasi-democrático, proto-democrático, o en camino hacia la democracia efectiva.  Con todas las debilidades que puedan mencionarse, este régimen  -sin duda alguna- es menos humillante que la tiranía; pero es ruinoso y frustrante.  Y lo es más a medida que crece la población y se extienden las ciudades”.

“En nuestro país se habla hoy de la reforma fiscal, de la reforma constitucional, de la “reforma eléctrica”, de reforma judicial; hasta de “reforma y modernización” del Estado se habla, se escribe, se discute.  Hemos pasado la vida “reformando las reformas”: administrativas, judiciales, burocráticas.  La única reforma que jamás hemos afrontado es la Reforma Política: la reforma de los procedimientos políticos, de los objetivos políticos, incluyendo la reforma del estilo de los discursos políticos.  El pueblo dominicano ha asimilado hasta el fondo la amarga experiencia dictatorial.  Santana, Báez, Lilis, Trujillo, son tiranos que nos sonríen, persuasivos, en los recodos de nuestra historia.  Todos ellos “trancaban gente” y “partían cocotes”; y, además, enriquecían o empobrecían a este o aquel ciudadano, según “su mejor parecer”.

“El sistema de partidos en la reciente etapa democrática de la RD ha funcionado con grandes deficiencias.  Hemos preservado, ciertamente, la libertad de expresión y difusión del pensamiento.  Gracias a ello los periódicos diarios, las emisoras de radio y televisión, han operado como instrumentos de vigilancia social, eficientes transmisores de hábitos democráticos.  El sistema de partidos mantuvo relativa eficacia mientras cada partido estuvo dirigido por un verdadero líder”. 

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