A PLENO PULMÓN
Con perico ripiao

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El lunes comentamos las declaraciones de Charles Shapiro, funcionario norteamericano de “Asuntos Hemisféricos”.  Haití y la RD, ciertamente, constituyen una comunidad geográfica y, si se quiere, ecológica.  En cambio, no forman comunidad lingüística, ni religiosa, ni cultural, ni jurídica.  Pudieran llegar a ser “socios económicos” –sin empujones extranjeros-, con los mismos pasos, gradualidades, reglamentos, que los países pobres de Europa han ido cumpliendo para ingresar en la Unión Monetaria Europea.  El célebre historiador haitiano Price-Mars dice que entre Haití y RD existe “un problema histórico, geográfico y etnológico”.

El martes nos referimos al político haitiano Jean Bertin, quien informó de una reunión de presidentes en Washington, programada el mismo día de otra, en la frontera dominico-haitiana, con la Comisión Mixta Bilateral.  El canciller Morales Troncoso declaró a la prensa que no había recibido “confirmación” desde Puerto Príncipe.  Ese día los obispos dominicanos subrayaron nuestros deberes cristianos con los que sufren; en concreto, los emigrantes haitianos indocumentados.  El Antiguo Testamento fue para los judíos ley moral y ley civil.  Es claro que puede ser pecado no apiadarse de un emigrante pobre; pero no es delito repatriarlo si no cumple con las leyes civiles vigentes. 

El miércoles nos pareció oportuno poner “sobre el tapete” los daños que las grandes potencias han producido al intervenir en los pueblos africanos.  Leopoldo II de Bélgica es un ejemplo terrible; provocó la muerte de  casi ocho millones de congoleños.  Este genocidio espantoso es el tema de la famosa novela de Joseph Conrad: “EL corazón de las tinieblas”.  Hace años, asistí en Tokio a una conferencia de periodistas a la que concurrió un ex presidente africano; relató en una de las sesiones los muchos males con que los blancos extranjeros habían lastrado al país que él gobernó.  Mientras hablaba le corrían los lagrimones; no he olvidado su rostro, sus ojos enrojecidos y ademanes desesperados.

El jueves creímos pertinente señalar los miedos, prejuicios, angustias, que encierran las cabezas de haitianos, norteamericanos y dominicanos.  El ex-presidente Clinton tocará el saxofón norteamericano en el teatro de Haití.  Bertin tocará en RD el caracol-lambí, ya “afinado” por Mackandal en 1803.  Los dominicanos deben organizar ruidosos ensayos diplomáticos con tambora, güiro y acordeón. El ritmo impulsa la acción.

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