A PLENO PULMÓN
Coser sobre los vivos

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Coser sobre los vivos

Escuché por primera vez la frase sacramental: “sobre vivo coso” cuando tenía 10 años.  Me había vestido rápidamente con el propósito de asistir, en  La Vega, a una competencia de “palo ensebao”.  Noté que en mi camisa faltaban dos botones.  Al pasar por delante de mi abuela, ella comentó: puedo verte el ombligo; dame la camisa para coser los botones.  Contesté: ya la tengo puesta.  Entonces dijo: ven, acércate, que los coseré contigo dentro de la camisa.  Acto seguido tomó hilo y aguja, me pinchó en el pecho y pronunció las palabras “sobre vivo coso”.  Parecía un conjuro para evitar la muerte del sujeto sobre el cual se empleaba la aguja.

Después me dijeron que era una simple expresión del temor de las costureras: no clavar nunca la piel de los clientes durante pruebas de ajuste y “entalle” de vestidos.  Un sastre y fabricante de cachuchas declaró en una plaza, frente a un montón de muchachos: cuando se cose una mortaja el muerto no siente que la aguja lo pincha; pero el sastre y la costurera deben saber que trabajan “sobre vivos”.  Los cirujanos cosen en carne viva; por eso usan anestésicos o duermen a los pacientes.  Si en una goleta muere un marinero, lo echan al mar envuelto en una lona cosida “con trenza de doble aguja”.

De todo esto se sigue que antes los vivos recibían tratamientos distintos de aquellos que se daban a los muertos.  Esa antigua tradición de respeto religioso por “la persona humana”, ha empezado a diluirse.  Pasar costuras sobre los vivos es ahora regla vigente entre gobernantes, mercaderes, policías, financistas, especuladores.  Ninguno de estos grupos conserva el cuidado de las viejas costureras.  Todos “van a lo suyo”, por encima de la cabeza del público, sin contar a cuantos clavan el agujón.

Muchos panaderos dominicanos no tienen empacho en usar el prohibido bromato de potasio.  Vender pan y ganar dinero es lo único importante.  Otros fabricantes de comestibles cometen trampas peores: adulteran ingredientes, falsifican materias primas, imprimen etiquetas que no corresponden al contenido del envase.  ¿De quién se apiada el especulador financiero?  Gobernantes como Kadafi o Mubarak son capaces de coser los vivos a balazos y no enterrar los muertos.

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