A PLENO PULMÓN
Cotorra y alcatraz

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Cotorra y alcatraz

Por lo menos tres veces por semana el cartero subía al segundo piso del Edificio Baquero.  Invariablemente, al entregar las cartas, decía: ¡Sodoma y Gomorra! Usaba un quepis color caqui de visera corta, que levantaba a manera de saludo.  Enseguida daba media vuelta y tomaba el ascensor para repartir otras cartas en los apartamentos de pisos superiores, ocupados por familias.  En los primeros pisos había oficinas de “representantes de firmas extranjeras”.  También tenían asiento allí  –antes de matar a Trujillo- administradores del edificio, cobradores de alquileres, abogados, “sacadores de aduanas”.

 Un día muy caluroso bajé por la escalera para no esperar el antiguo ascensor, lentísimo, cuyas pesas podías ver a través de la rejilla plegadiza de las puertas.  En la entrada encontré al “loco manso” con quien nadie quería conversar. -¿Por qué el cartero bigotón siempre dice, al traer la correspondencia, “Sodoma y Gomorra”? –Se lo explicaré enteramente más tarde; ahora debe contentarse con una parte de la verdad, igual que todo el mundo.   Es un sonsonete repetitivo del cartero; como si dijera: “cotorra y alcatraz”.  Un “abre y cierra” que revela y oculta; así no se compromete, ni aclara nada.

Cuatro horas después, el “loco manso” subió al segundo piso.            –Tengo que decirle que el cartero abre las cartas; las de arriba para saber si contienen “cosas de amores”; las de abajo, para ver si hay cheques dentro de los sobres.  Utiliza una máquina de vapor en la Dirección General de Correos.  Le gustaría  contarlo; pero  no se atreve, por miedo al gobierno.  Sorprendido por la inesperada visita, grité: siéntese en este sillón.  –Amigo curioso, ¿sabes cuál es el largo de la vida? La vida tiene largo, lo mismo que “las piernas de un pantalón”.  La duración de la vida se mide con metrónomos de músicos.

–El sastre que trabaja al lado de Calembo, el que repinta velocípedos,  toca el bombardino en una banda; tiene un metrónomo.  Ahí está el espacio-tiempo.  Pero lo importante en la vida no es el largo, sino el espesor.  Hay vidas cortas de hermosa plenitud.   El espesor de la vida puede venirnos de la desgracia o de la felicidad.  Una noticia perturbadora que yo no quería darle esta mañana.

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