A PLENO PULMÓN
Cultura y tecnología

A PLENO PULMÓN<BR>Cultura y tecnología

La “máquina de vapor”, la electricidad, la desintegración del núcleo atómico, fueron inventos, descubrimientos, técnicas, que cambiaron el estilo de vida de las comunidades humanas.  Todos los “tratadistas” de la historia social de los últimos siglos concuerdan en que la “Revolución Industrial” transformó las ciudades de Europa.  Las fábricas produjeron “masivamente”, la gente emigró del campo a la ciudad, la “clase obrera” superó numéricamente al campesinado.  La producción aumentó, el empleo en “factorías” se generalizó.  Junto con “progreso y desarrollo” llegaron el hacinamiento, las enfermedades infecciosas, la escasez de viviendas, las luchas por alcanzar mejores salarios, libertades públicas, seguridad social.

 Todas estas cosas requetesabidas del pasado se atribuyen a la “Revolución Industrial”, que introdujo las máquinas en los centros de trabajo del mundo entero.  Sin embargo, hay que añadir que la vieja revolución industrial no ha cesado de parir innovaciones radicales.  Al vapor, al carbón, al ferrocarril, siguieron el petróleo y los combustibles derivados de él.  La “maquinización” creciente fue ilustrada, alabada o denostada, por artistas plásticos, poetas, escritores.  La electrónica provocó otros cambios; la investigación espacial nos llevó a los satélites de comunicación.  La cibernética entró en los talleres hace mucho tiempo.  Ahora tenemos automatización y robotización en montones de procesos industriales.

 La radio, la televisión, la navegación aérea, han modificado nuestras ideas acerca de realidades geográficas, económicas, políticas.  Las tecnologías nuevas, aplicadas a la comunicación, son otro ingrediente transformador revolucionario.  Los teléfonos inteligentes, las “tabletas” digitales con programas de computación, han creado variadas formas de trabajar, divertirse o ganar dinero.  También facilitan a los políticos medios de control social nunca antes soñados; ni por las monarquías absolutas, ni por gobiernos totalitarios, fascistas o comunistas.  Asistimos a continuos cambios urbanos, laborales, educativos, que afectan profundamente las familias.

 Los mayores cambios experimentados por la gente de hoy ocurren en el campo de las estimaciones morales y estéticas.  Los sentimientos tocantes a deberes, obligaciones, autoexigencias, han sufrido mutaciones dramáticas.  Las transformaciones, económicas y técnicas acarrearon consecuencias culturales aún no estudiadas debidamente.  Se dice que la aparición de los Beatles marca un hito en la sentimentalidad de varias generaciones recientes.  Llamar “postmodernidad” a nuestra época es una pobrísima designación que no define el carácter de estos tiempos.

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