A PLENO PULMÓN
De cachos y cachazas

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Cachaza quiere decir: “lentitud y sosiego en el modo de hablar o de obrar”; eso, en la lengua general de españoles e hispanoamericanos.  En Brasil se le llama cachaza al aguardiente de melaza de caña.  Con limón, hielo bien picado, azúcar y cachaza, se prepara la muy grata “caipiriña”.  Además del respeto a “las proporciones debidas”, este cóctel exige exprimir “correctamente” los limones.  En La Vega, y en otros lugares de nuestro país, llaman cachaza a las callosidades de las plantas de los pies.  Las personas dotadas de esta clase de cachaza pueden andar sobre piedras filosas sin herirse los pies.

Siendo un niño escuché la recomendación de una mujer campesina: “tu no tienes cachaza para cruzar a pie un río con tantas piedras resbalosas; ponte zapatos de goma”.  Caminar sobre piedras cortantes es riesgo que sólo pueden afrontar hombres con cachaza.  Para bregar con políticos es preciso ser cachazudo, tener “flema”, ciencia y paciencia; de lo contrario, nos exponemos a recibir raspones o rasguños, en el mejor de los casos; o contusiones severas, verdugones de difícil reabsorción, en los peores.  “Cuídate de recibir un cachazo” es la forma popular de decir que un toro puede darte una cornada.  El “uso lingüístico” es igual si se refiere a políticos.

 No es lo mismo que a un hombre “le peguen cuernos”, que “le peguen una cornada”, esto es, un cachazo.  Así como un torero puede fallecer si es alcanzado en el vientre por los cuernos de un toro, el hombre común está expuesto a morir de un “cachazo” político.  Para evitarlo hay que “tener cachaza”, en los pies y en la cabeza: pisar con pies de plomo y cachaza gorda; razonar con aplomo o cachazudamente.  Actuar así no es garantía infalible para librarse de los muchos cachos puntiagudos de la política dominicana.  A veces hay que recurrir a la cachaza brasileña y beber alguna “caipiriña” con los políticos mismos. 

Cada tres semanas es necesario consultar “expertos en minas enterradas”, recabar consejos sobre cómo “no tocar explosivos” capaces de reventarnos los pies, con cachaza y todo.  Para conseguir la “información privilegiada” que embota los cachos políticos, es muy útil apretar “correctamente” los limones agrios de la “caipiriña”.

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