A PLENO PULMÓN
De tatuajes y carimbos

A PLENO PULMÓN<BR>De tatuajes y carimbos

Hemos pasado tres días sin periódicos y, como reza la letra del famoso tango, “el mundo siguió andando”.  Tal vez no haya necesidad de decir que “anduvo mal” porque no es cosa nueva; no es algo que constituya noticia.  En un periódico de la semana pasada apareció una información inquietante.  Se trata de un prostíbulo donde los proxenetas que lo dirigen marcan las mujeres con tatuajes especiales: códigos en los que constan las deudas de las prostitutas con la “empresa”; gastos de viaje, vestidos, medicamentos, cosméticos, dinero recibido por adelantado.  A la hora de pagar a cada ramera su retribución “por servicios a  clientes”, deben pasar por un lector electrónico para descontar “abonos a  cuenta”.

 El código indica “el precio de la mujer” y el arreglo de amortización de sus deudas.  En la época de la esclavitud, en algunos lugares, se estampaba con fuego una marca en la mejilla del esclavo.  Se llama carimbo al hierro para marcar animales y al sello resultante.  El esclavo quedaba identificado para siempre con el carimbo de su propietario; la cicatriz era un queloide con las iniciales del amo negrero.  En Santo Domingo llaman “hechizo” al instrumento para estampar el ganado.  Tal vez este nombre provenga del humo que brota del pelaje del animal al producirse la quemadura.

¿Qué diferencias existen entre marcar un animal o un esclavo y “etiquetar” una prostituta con un tatuaje? Quizás las únicas diferencias sean de carácter técnico o “de procedimiento”.  Me han dicho que los ganaderos “avanzados” ya no marcan sus animales en las ancas; prefieren hacerlo en las orejas para no disminuir el valor comercial de las pieles.  A las prostitutas no se les pone “el sello” en la cara para no reducirle belleza o atractivos de negocios. Es mejor situar el código de barras en las nalgas o en los brazos, que es la tradición nazi para numerar presos en los campos de concentración.

Finalmente, consignemos que el gobierno británico tendrá un control estricto de todos los mensajes electrónicos enviados por ciudadanos del Reino Unido.  Ni los monarcas absolutistas, ni los gobernantes totalitarios, soñaron con semejantes controles.  Cada computadora tiene un número y cada usuario de “Internet” un código, carimbo indeleble.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas