Vivimos en una época de violencia e inseguridad; a pesar de ello, la gente sigue creyendo que es posible la ternura y el sosiego. En los barrios pobres, sometidos a la amenaza continua de bandas de delincuentes, a los caprichos de los adictos a las drogas, miles de personas sueñan con un mundo mejor; se acuestan con la esperanza de librarse de la perpetua tensión de sus vidas. Tan pronto comienzan a ver una película en la pantalla del televisor, escapan hacia regiones imaginarias donde hay gnomos, seres extraterrestres, animales extinguidos antes de la aparición del hombre sobre la corteza terrestre.
El interés por los prodigios no ha desaparecido del corazón humano. Asistimos a un retorno al gusto por los vampiros; el conde Drácula ha encontrado equivalentes del sexo femenino. Como vampiresa ya tiene connotaciones especificas ganadas desde la infancia del cinematógrafo, diremos que existen atractivas vampiras que podrían mordernos en el cuello. Una flapper de los años veinte no se parece a una vampira de la era digital. El éxito alcanzado por las historias de Harry Potter es una muestra de que la magia sigue presente en el mundo de hoy. Mucha gente práctica, realista, con los pies en la tierra, se remoza mediante una inmersión en la fantasía.
Vendedores de bienes raíces, especuladores financieros, expertos en computación, descansan de sus aburridas rutinas con el recurso mental de evadir las realidades físicas, dinerarias, tecnológicas, que condicionan rígidamente sus trabajos habituales. Hay personas que no desean ver una vampira; prefieren preparar un whisky con soda. Al segundo trago, las realidades incómodas para ellos pierden sus aristas, el entorno les parece más amigable, tal vez menos peligroso. Un tercer trago los acerca a los gestos hipnóticos de Mandrake el mago. Con lo cual volvemos a la magia.
Así ocurre con las drogas una opción tan socorrida en estos tiempos- que nos sacan de la realidad y nos transportan a hoyos negros de la conducta. Existen grupos que esperan el advenimiento de un mesías político que nos salve de crisis monetarias y convulsiones sociales. Para la higiene mental, el Mago de Oz, Harry Potter, son caminos más saludables que heroína o mariguana. Y mucho más económicos también.