Hay estudiantes dominicanos que cursaron sus estudios de post-grado en Georgetown, en Washington; también existen delincuentes dominicanos que hicieron su maestría en Washington Heights, en Nueva York. Se ha dicho mil veces que algunos emigrantes dominicanos residentes en EUA se dedican a la mala vida en los barrios marginados; que son detenidos por la policía, juzgados y condenados por los tribunales; y que antes de cumplir sus sentencias son deportados a la RD. Se asegura que esa es la cantera principal de delincuentes expertos.
Periodistas que cubren las fuentes judiciales y carcelarias afirman que después que estos ex convictos regresan a su país de origen no son vigilados, ni controlados suficientemente. Algunos se instalan en los alrededores de la ciudad de Santo Domingo, e inician nueva carrera como delincuentes locales; otros se las arreglan para volver a los Estados Unidos. El caso es que nos vamos llenando de hampones refinados, entrenados en los países desarrollados. Así, trasladamos la culpa de lo que ocurre al imperialismo yanqui, a las grandes potencias.
Sin embargo, las cosas no son tan sencillas como se nos presentan: unas veces con el deseo de minimizar el problema; otras veces para inflarlo o echar la culpa a los extranjeros. En Madrid hay bandas de delincuentes dominicanos enfrentadas en una refriega permanente. Ese es el caso de Los trinitarios, que degradan un nombre glorioso, y los Dominicans Dont Play. La semana pasada murió en la capital española Isaac Dantés, de 17 años, dominicano a quien la policía considera jefe intermedio de esta última banda. Recibió un tiro en la cabeza, probablemente disparado por un trinitario.
En Nueva York hay grupos dominicanos que se especializan en robar a narcotraficantes, a los que despojan de dinero y cocaína. La información difundida por Prensa Asociada insiste en la crueldad y el sadismo con que opera esta banda. La pandilla dominicana acumuló casi dos mil libras de cocaína y cuatro millones de dólares. El despacho de prensa añade: torturan a sus víctimas con pinzas en los genitales, hierros candentes en los pies. Incluso, ahogan narcotraficantes sumergiendo sus cabezas en bañeras. Estos desarrollos son alarmantes. La delincuencia se ha globalizado. Las fuentes de la delincuencia avanzada son ahora múltiples.