A PLENO PULMÓN
Demencia y claridad

A PLENO PULMÓN<BR>Demencia y claridad

Entre los años 1930/1943 el poeta Mieses Burgos escribió un grupo de poemas que lleva por título “Trópico íntimo”.  Allí aparecieron dos de sus más conocidas composiciones: “Elegía por la muerte de Tomás Sandoval” y “Paisaje con un merengue al fondo”.   Ambos poemas merecen cuidadosos estudios literarios, tanto por la forma como por “el contenido”.  Me limitaré a comentar unos pocos versos de la “Elegía”; en esos renglones el poeta nos habla de un suicida que buscó la muerte arrojándose al Mar Caribe.  Nos dice: “…los peces hambrientos se comieron/ el último paisaje de sol que había en sus ojos./”  Los peces devoraron los paisajes que el ahogado guardaba en sus ojos.

En “Trópico íntimo” la luz es protagonista central.  El globo de los ojos es una cámara fotográfica supeditada a la radiación solar.  La luz prestó sus colores a las visiones que tuvo el suicida mientras vivía. “Por esos ojos tuyos derramarán su llanto/ de alero las palomas;/ la noche que te clama sin cesar desde el cielo/ colgará sus crespones de sombras ateridas/ sobre un mundo de guitarras y lonas./ Pero tu desde el fondo no la podrás mirar; / no la podrás mirar, porque ya se habrá ido/ el alba que alumbraba por dentro de tus ojos/ de terciopelo obscuro;/”

Según parece, el poeta cree que hay “un alba” por dentro y otra por fuera: la que ilumina todos los días el sol de la mañana; la que irradia continuamente del tejido vivo de nuestros nervios craneales.  Para Mieses Burgos la luz es “ángel verdadero que delata el relieve mas fino de las cosas”.  Desde su azorante cosmología poética F.M.B. nos explica cómo comenzó a existir la luz.  La obra de las manos de Dios era invisible; y, además, no había testigos que dieran cuenta de los prodigios de la creación.  ¡Aquello había que verlo!

Dios hizo “los mundos eternos sin hastiarse”; prueba irrefutable de la “gran piedad” divina; cada árbol es “la jubilosa voz de una semilla”.  Junto al “big-bang” de los físicos contemporáneos fue “la infancia desnuda de la luz”.  Sin luz no podríamos medir la edad del universo.  “De toda esta demencia la luz es la culpable”, concluye F. M.B.

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