A PLENO PULMÓN
Desmemoria sanitaria

A PLENO PULMÓN<BR>Desmemoria sanitaria

Hace unos días estuve mirando un jardinero que operaba una máquina de cortar el césped.  Mientras el hombre empujaba para hacerla rodar, la máquina iba botando por un costado las hojas tronchadas de la hierba.  La segadora motorizada avanzaba y cortaba al mismo tiempo que echaba a un lado los desechos.  Así trabajaron algunos conquistadores españoles en las tierras recién descubiertas del Nuevo Mundo.  A golpes de hacha abrían una trocha para “adelantar” en medio de una selva desconocida.  A medida que penetraban, los restos de las malezas servían para marcar el camino o hacer fuego en las noches.

Ordinariamente el esfuerzo por vivir deja a los hombres resentidos o exhaustos.  Por eso es saludable olvidar las magulladuras sufridas durante el camino, cubrir con ungüento los raspones superficiales y continuar la marcha sin las cargas del rencor y de la ira.  No es posible comer sin defecar; y lo que es una verdad fisiológica es también cierto en los mundos de la psicología.  Debemos expulsar de nuestro cerebro las impurezas de la memoria, las toxinas de los enojos del día; como la máquina cortadora de grama, ir desalojando los residuos del trabajo realizado. 

Desmemoria sanitaria podría ser el “nombre técnico” de este proceso de salvación anímica o descongestión emocional.  La política de nuestro país se compone de un montón de “incidentes maliciosos”, zancadillas, añagazas.  Los políticos dominicanos usan diversas denominaciones que van a parar a lo mismo.  Unos llaman “bellaquerías” a las acciones encaminadas a pellizcar a un enemigo.  Otros prefieren usar eufemismos y les llaman “travesuras”.  Diabluras decían en la Edad Media.  El problema procede de una actitud mezquina que llamo “chiquitismo mental” o pequeñez del alma, esto es, pusilanimidad.

Examinar “bellaquerías”, analizarlas y clasificarlas, es la principal ocupación de ciertos “conocedores” de esa rama de “hermenéutica histórica”. Clavar banderillas en el pellejo de un toro es un método para excitarlo y a la vez desangrarlo.  En el santuario de la Virgen de Fátima hay un cartel a colores donde se explica que Jesucristo fue “amargurado”, una palabra portuguesa equivalente al vocablo “martirizado” en lengua española.  Drenar la memoria es, en algunos casos especiales, cosa muy parecida a limpiar un absceso.  Desinfecta al “amargurado”.

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