A PLENO PULMÓN
Diplomacia preventiva

A PLENO PULMÓN<BR>Diplomacia preventiva

Los líderes de los pueblos débiles han tenido siempre tres opciones frente a las naciones poderosas: plegarse completamente, luchar heroicamente hasta la muerte, negociar marrulleramente con el enemigo omnipotente. Las tres cosas han ocurrido, lo mismo “en tiempos bíblicos” que en la antigüedad romana o en épocas recientes.  Cuando el general José Miguel Soto Jiménez puso en circulación su  libro acerca de la conquista española de esta isla en el siglo XVI, comentó las conductas divergentes de Guacanagarix, el “entreguista”, de Caonabo, guerrero heroico a la manera numantina, del cacique Enriquillo, luchador alzado en la sierra de Bahoruco, quien terminó pactando la paz con Barrionuevo en 1533.

La historia política de los aborígenes pobladores de La Española volvió a repetirse con la ocupación haitiana de 1822-1844.  Los invasores estaban bien armados, contaban una población más numerosa que la nuestra, se habían entrenado en la lucha contra plantadores franceses esclavistas y soldados de Napoleón.  La ocupación de nuestro país por tropas norteamericanas (1916-1924), dio lugar a parecidas conductas políticas: Cayo Báez flagelado, los partidarios de la desocupación “pura y simple” en prisiones, muchos notables “colaboracionistas” y, finalmente, los negociadores.  De no haber “plan Hughes-Peynado” no habríamos logrado la desocupación diez años antes que en Haití… donde permanecieron tropas desde 1915 hasta 1934.

En 1965, tras el desembarco de 42,000 infantes de marina, no hubo más remedio que negociar con diplomáticos, políticos y militares extranjeros.  El gobierno provisional de García-Godoy fue fruto de una transacción semejante a los acuerdos de 1533 entre españoles y tainos.  La discusión sobre estos temas provoca aún disgustos, irritación, improperios.  Sin plan Hughes-Peynado – llamado “mediatización” de la soberanía – no hubiéramos podido recuperar la autonomía política y después, la administrativa.

Los países pequeños y débiles deben practicar la “diplomacia preventiva”, ya que los grandes y poderosos son capaces de proclamar “guerras preventivas”.  Los problemas migratorios que afectan el mundo de hoy constituyen un punto especialmente importante para practicar la “diplomacia preventiva”.  Las grandes naciones no desean recibir emigrantes pobres, sin educación, ni buena salud.  Prefieren que residan “en otra parte”, no en su territorio.  Las migraciones sin controles acarrean, generalmente, situaciones demográficas políticamente penosas.  Surgen entonces las tres opciones señaladas en esta nota.

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