A PLENO PULMÓN
Dos patios contiguos

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–En lo que vas averiguando irás muriendo, le dijo un sabio investigador a otro, para que “no se hiciera ilusiones” de inmortalidad.  –Tu trabajo, tus escritos, tus pensamientos, son asuntos que interesan a unos pocos.  Hay millones que ni siquiera entienden el propósito y la utilidad de tus estudios.  La gente no presta atención a lo que no comprende.  Confórmate con hacer bien lo que haces y morir después en paz  contigo.  Tendrás tres discípulos discretos y diez contradictores, ruidosos y superficiales.  Oye bien lo que digo: por más acertadas o exactas que sean mis palabras, con seguridad, se las llevará el viento.

Mientras esta conversación ocurría en el patio de la Academia de Ciencias, en otro patio cercano, de la casa de un tal Quirino Ruperto Monipodio, se ensayaba un discurso completamente distinto.  Con voz grave y contenida el  dueño de la casa leyó: “el Primer Ministro ha desarrollado una labor extraordinaria que alcanza “los rincones más apartados del país”. 

Los pueblos de todas las regiones celebran su portentosa gestión de gobierno.  Las grandes masas populares, a través de alcaldes y munícipes, reconocen el trabajo del Primer Ministro y lo califican resueltamente como una obra imperecedera”.

Entre los presentes en el patio de don Quirino había un adulador del adulador del Primer Ministro que se levantó de la silla para decir: “estoy asombrado y admirado por el discurso que acabo de oír; nunca había escuchado una pieza oratoria tan convincente, apropiada y justa.  Es la verdad política convertida en literatura social y discurso de campaña.  Propongo tributar un cerrado aplauso al autor, amigo, anfitrión y protector”.  Todos los compinches y protegidos de don Quirino se pusieron de pie y palmotearon estruendosamente.

– ¿Cuándo será pronunciado ese magnífico discurso?  –Lo he preparado para los actos patrióticos del próximo mes; inmediatamente después se aprobarán en el Congreso Nacional los recursos para la contratación de obras en doce comunidades fronterizas.

Lo que suceda en esas provincias no se sabrá en la capital hasta dentro de cinco años; y cuidado si más.   – ¿Crees que no surgirán criticas por el uso que demos a fondos destinados a la frontera dominico-haitiana?       –Puede ser; pero ese problema mínimo lo disuelve cualquier soplo.

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