A PLENO PULMÓN
Edad de la trapacería

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Piratas, sicarios, malversadores de fondos públicos o privados, ocupan las primeras planas de los periódicos, cada año con mayor frecuencia.  Ayer apareció la noticia del secuestro de un buque-tanque sudcoreano.  Piratas somalíes pidieron 15 millones de dólares por el rescate del superpetrolero “Samho Dream”.  Después de regatear por dos semanas, los piratas aceptaron el pago de nueve millones.  Paquetes de dinero cayeron del cielo, “lanzados” desde un helicóptero.  El despacho noticioso de AFP explica que un barco mercante de Singapur había sido liberado unas horas antes, tras el pago de cuantioso rescate.  Ocupar una embarcación desarmada, propiedad de una empresa rica, les parece un trabajo cómodo y productivo.

El secuestro del “Samho Dream” ocurrió en el Océano Indico, el pasado mes de abril.  En octubre del 2009 los piratas somalíes apresaron el barco pesquero español “Alakrana”, también en el Océano Indico.  En aquella ocasión se informó que había nueve barcos secuestrados.  El maquinista del “Alakrana” declaró que la “gestión del gobierno” para liberar los cautivos fue “asquerosa”.  En el caso del tanquero coreano los tripulantes eran 24, cinco sudcoreanos y 19 filipinos.  Estos datos revelan que la economía internacional opera a base de mano de obra “desterritorizada”.  De los treinta y seis tripulantes del atunero “Alakrana”, solamente 16 eran españoles.

“El mundo es de los fuertes”, afirma una vieja sentencia con la cual nos exhortan a “persistir” en la lucha por “conquistar nuestros objetivos”.  También se dice que “un atrevido vale más que cien tímidos”.  Con esas expresiones se incita hacia la acción a hombres vacilantes, que titubean antes de acometer cualquier empresa.  Otro aforismo de gran difusión reza: “Para triunfar en la vida hay que abandonar toda clase de escrúpulos”.  Estos dichos se aplican a políticos, empresarios, profesionales, artistas, funcionarios.  En resumen, se nos recomienda que debemos ser fuertes,  atrevidos, sin escrúpulos.

Han surgido negocios que no existían en tiempos de nuestros abuelos: espionaje telefónico, venta de medicamentos adulterados, falsificación de títulos académicos, financieros, de propiedad.  La Fiscalía del Distrito detuvo tres individuos, entre ellos un alto oficial militar, dedicados a la filmación de actos sexuales.  Con las grabaciones de esas escenas extorsionaban a los participantes.  Lamentablemente, vivimos hoy  una época de trapacería general. 

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