A PLENO PULMÓN
El aceite de niño

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El suceso ocurrió en 1959; ese año no “corría”, como escribían los memorialistas del siglo pasado.  Fue un año terrible, lentísimo, viscoso, lleno de sobresaltos.  La tiranía de Trujillo era entonces peor que nunca; el tiempo transcurría con penosa lentitud por obra del terror.  Los jóvenes tenían la convicción de que Trujillo había enloquecido; los cuerpos represivos sostenían el régimen a base de crímenes y torturas.  En la “Cafetería uno y cinco”, en la calle El Conde, un camarero me dijo que el gobierno de Trujillo no podría ser derrocado jamás.  Explicó que sobre el sepulcro de los Padres de la Patria Trujillo había colocado, en 1944, una lámpara votiva.

La lámpara, aclaró el camarero, arde con “aceite de niño”.  –Es inútil todo lo que hagan los muchachos revolucionarios antitrujillistas, concluyó.  Tres semanas más tarde el Parque Independencia amaneció rodeado por varios pelotones del Ejército Nacional.  Unos “jóvenes irrespetuosos” habían volcado un cajón de tierra sobre la lámpara votiva.  Apagar esa llama, encendida durante los actos conmemorativos del  Centenario de la Independencia, “constituía una ofensa a la República y un acto subversivo”.  Cuatro jóvenes sospechosos fueron apresados, golpeados salvajemente y encarcelados.

 La tumba de los patricios fue excavada en el suelo, bajo una de las puertas por las que se entraba  a la Ciudad Colonial.  La puerta del Bastión de San Genaro estaba forrada por una yedra tupida que aprisionaba las piedras de los muros.  Circulaba entre funcionarios un rumor: enterrar a los fundadores de la RD debajo del arco de esa puerta fue dispuesto por un brujo, consejero de Trujillo.  El encargado de podar la yedra era un militar procedente de la frontera dominico-haitiana.  El camarero sostenía que mientras la lámpara estuviera encendida sobre los restos de Duarte, Sánchez, Mella, Trujillo permanecería en el poder.

Se decía que la misma persona que cortaba la yedra, alimentaba con “aceite de niño” la lámpara votiva. -¿Cómo se extrae el aceite de niños? ¿Dónde los matan para sacarles el aceite?  Estas preguntas se hacían por lo bajo.  Una noche, en la glorieta del parque, un anciano renco nos advirtió: todo es mentira; no hay tal “aceite de niño”.  Son “bolas” del gobierno.  No se arriesguen tan estúpidamente.

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