A PLENO PULMÓN
El cangrejo político

<STRONG>A PLENO PULMÓN</STRONG><BR>El cangrejo político

Nuestro país no se compone solamente de partidos políticos; hay muchos otros estamentos importantes de la sociedad que no funcionan de la misma manera que los partidos tradicionales.  Los partidos políticos dominicanos son actualmente “poderes desordenadores”, tanto del orden económico como del orden constitucional.  Van camino del descrédito más completo.  Todavía no han llegado a la etapa que precede al hundimiento, porque un montón de personas vive – económicamente – a expensas de la actividad partidaria.  Pero, después de cuarenta años de ejercicio cuasi – democrático, los partidos políticos dominicanos presentan síntomas inequívocos de “desgaste público”.

En Venezuela los grandes partidos del pasado: Acción Democrática, Social – Cristiano Copey, han sido sepultados por una avalancha colectiva de insatisfacción.  Esa atmósfera social fue aprovechada por los seguidores del coronel Hugo Chávez.  Todos recuerdan la sonada intentona de golpe de Estado contra Carlos Andrés Pérez, su prisión consiguiente y las acciones que desplegó desde la cárcel. “Polo Patriótico” es la entidad que fagocitó a todos los viejos partidos venezolanos.

“El cangrejo político dominicano” tiene muchas patas.  Los cangrejos, como bien se sabe, son decápodos.  Controlar tres patas del cangrejo no es suficiente para paralizarlo definitivamente.  Eso si, queda lisiado, cojo o “apalastrado”.  La democracia política no es viable sin la existencia de los partidos políticos.  Los partidos son, por definición, los “órganos sociales de acción política”.  Su destrucción acarrea grandes dificultades colectivas.  Cuando desaparece la diversidad partidaria puede emerger el “partido único”.  El artículo seis de la vieja Constitución Soviética establecía que el Partido Comunista era “el primer poder del Estado”.                                                                      

 El “cangrejo político” solo “camina hacia atrás” cuando no participan en sus impulsos las “estructuras segmentarias del poder”: la Iglesia, las Fuerzas Armadas, el empresariado, los colegios profesionales, los sindicatos de trabajadores, los centros de educación superior.  Si esos grupos intervienen activamente, el cangrejo político retrocede o avanza al compás de un baile en cuadrillas, parecido a una lucha cuerpo a cuerpo.  Si la “partidocracia” vigente permanece sin contrapeso alguno, nos veremos en serios apuros, económicos, sociales, institucionales.  Muchos países de America, sumidos en el desorden o en la crisis, optan por el “dirigismo estatal”; ceden a la tentación de que “el partido único” sea el primer poder del Estado.

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