A PLENO PULMÓN
El carro amarillo

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>El carro amarillo

–Ya se lo he dicho: a mi camioneta subió una mujer joven que “pidió bola”.  Vimos un carro amarillo que tenía en el vidrio trasero un “se vende” y dos teléfonos; como sabe, la mujer llamó con un teléfono celular y habló con el propietario del vehículo; quedaron en verse para discutir el precio de venta.  Dejé a la mujer en la misma avenida donde la encontré, unas diez cuadras más arriba.  Cuando regresé a mi oficina la vi de nuevo en una parada de autobuses.  Me pareció simple casualidad.  Paré la camioneta; entonces me informó que el hombre vendía el carro porque no lo iba a necesitar nunca más. “Se estaba muriendo”.  Eso dijo a ella el mismo dueño del carro amarillo. 

 –Pero la cosa no para ahí; tengo que explicarle que mi primer encuentro con esta mujer ocurrió hace cuatro meses.  Aquel día ella subió  a mi camioneta y bajó después de hablar con el hombre que vendía el carro; en la parada de autobuses volví a verla, ese mismo día.  Supe por eso que compraría el carro amarillo, que conseguiría una rebaja de precio si cuidaba del moribundo durante los días que le quedaban en esta tierra.  También esto lo sabe usted; lo repito para que retenga la historia completa.

–Hace tres días alcancé a ver un carro amarillo en la calle.  Estaba en un carril que no era el mío; repentinamente cruzó y se puso delante de mí.  Recordé de inmediato el caso de la mujer y el moribundo; pero este carro no decía “se vende”.  Seguí mi camino pensando en el hombre que decidió vender el carro para “pagar los gastos” del médico, quizás del entierro.  ¿Será un farsante que utiliza la enfermedad y la venta del carro como señuelos para atraer mujeres?

 –Sinencio, si esa historia fuera tal como la has narrado, la mujer podría matarlo para quedarse con el carro amarillo.  –No; nada de eso. Al doblar una rotonda vi otra vez el carro.  Lo conducía la mujer; tocó bocina, bajó el vidrio; junto a mi camioneta, gritó: –El hombre murió; pagué las cuentas; tengo el carro; me contó su vida; conservo todo grabado con su propia voz.

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