A PLENO PULMÓN
El esfuerzo de andar

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>El esfuerzo de andar

La caminata se prolongó por más de una hora.  Poco a poco me fui alejando de la casa hasta perderla de vista.  No sabría decir qué distancia recorrí por ese camino rodeado de palmas de cana, cambronales y magueyes.  A medida que avanzaba me sentía más dispuesto a mirarlo todo.  Andar a pie activó la circulación de la sangre y comencé a sudar.  Contemplar tantos matojos secos no me producía ninguna tristeza. Afortunadamente, enredaderas silvestres de flores rosadas rompían la monótona aridez del lugar.  ¿Transportaba por dentro una alegría independiente del paisaje circundante? ¿De dónde procedía esa inesperada sensación de bienestar? Me entretenía entupidamente viendo las abejas revolotear por encima de los cercados, antes de posarse en las florecitas rosadas de las enredaderas.  Por la carretera principal transitaban continuamente motocicletas; por los caminos de acceso a la playa también iban motocicletas.   Oí pasar por lo menos treinta motocicletas.  Cuando regresé a la casa encontré en la puerta a Alcedo, el experimentado pescador.  –Señor, vine a decirle que los bonitos están brincando desde muy temprano; puede salir a cogerlos con el cordel; póngase el traje de baño y deje todas esas barajas para otro día.  Ah, otra cosa; cuando salga cierre la puerta; los ladrones entran, roban provisiones, dinero, lo que sea, y escapan a la carretera.

 –Alcedo, he visto hoy burros, gallinas, lagartos, motocicletas; pero no he visto mujeres.  ¿Dónde están las mujeres de aquí?  –Bueno, criando niños, limpiando la casa, cocinando; esas son muchas.  Otras están trabajando en Ocoa en casas de familia; desde luego, hay algunas que viven puteando en Sabana Buey.  –En todo  el camino solamente vi a un hombre.  Nunca vi una mujer poniendo ropa a secar en un arbusto.  –Señor: o no miró bien o no tuvo suerte. 

 –Lo que le digo de los ladrones va en serio. Desde que ven una puerta elegante, color chocolate, con bisagras verdes, buscan la manera de robar.  Gracias a Dios, esta puerta es simple y sin pretensiones.  Por eso no han entrado.  No descuide las trancas al acostarse; mejor no tentarlos.  –El bonito es un pescado sabroso.  Si pesco lo compartiré con usted.   Desde que termine mis notas, echaré al agua la yola.

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