A PLENO PULMÓN
El mentado Jesús Zacram

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El mentado Jesús Zacram vino de Curazao en una goleta destartalada.  Llegó a las once de la mañana a Santo Domingo, sin un centavo en el bolsillo.   Ese mismo día, en el muelle, se acercó a una mujer que vendía frituras y agua de cocos. -¿Desea algo de comer? preguntó la vendedora. –Sí, pero no tengo dinero para pagar. –No importa, me paga después.  Así comenzó la amistad.

 El mentado Jesús Zacram se instaló en el barrio Las Cañitas, en una dirección que no es posible escribir en un sobre.  Vivía más allá del último poste donde la gente se conecta del alumbrado, en un callejón que doblaba a izquierda,  luego a derecha, hasta  llegar a un recoveco con ocho casas en círculo.  En la quinta casucha se metió el mentado Jesús Zacram.  Lo acogió la negocianta en frituras, que todos los días cargaba calderos para llevarlos al muelle.  Un largo camino que recorría a pie.

 Un día, el curazoleño le dijo a Bartola.  –Es demasiado trabajo para ganar tan poco dinero; hagamos otra cosa. -¿Qué vamos a hacer?  -Creo que podemos hacer magia, replicó el hombre. -¿Magia? ¿Qué es eso?  -Ve donde tu vecina; infórmale que yo tengo poderes sobrenaturales; que puedo conocer el futuro de los jornaleros, prevenir enfermedades de niños, pronosticar el sexo en embarazadas.  -¿Es verdad que sabes todo eso? –No es verdad; pero podemos sacar provecho de la credulidad de la gente.

 Lo primero que hizo la mujer fue bañarse y ponerse el único vestido que no estaba manchado; visitó  seis casas ubicadas en “el caracol” del callejón.  -¿De dónde sacaste ese hombre que vive contigo? -¿Ese no es de por aquí? preguntó una de las vecinas.  –No; él es curazoleño.  Sabe de todo, adivina el pensamiento, cura diarreas de niños.  Es casi un mago; pero no le gusta decirlo.  La señora hizo correr la voz en Las Cañitas.  El curazoleño esperó la visita del síndico; le pidió para su casa una luminaria y un letrero de plástico.  También le hizo el horóscopo favorable de su campaña electoral.  Jesús es ahora un hombre casi rico; en su vivienda hay un cartel rojo y azul que dice: Vive aquí Jesús Sacramentado.

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