A PLENO PULMÓN
El molino colectivo

A PLENO PULMÓN<BR>El molino colectivo

Los problemas sociales siempre han sido asuntos de “larga duración” y lentísima solución; en la República Dominicana y en los demás países; lo mismo en el pasado que en la actualidad.  Pero una vez comienza, “la molienda colectiva” no se detiene; puede avanzar con paso vivo o de marcha fúnebre, con ritmo o sin él; pero seguirá su desarrollo imparable “por encima de las cabezas de los que se opongan”.  La lentitud del proceso es causa del desaliento de los ciudadanos.  Ese desaliento aflora todos los días en la RD; y todos los días surgen muestras de descontento público e indicios de que está en marcha la elaboración del remedio.

“En esta tierra desdichada lo mejor es vivir como los puercos, revolcándose en las pocilgas, para después echarse al sol a que se les seque el lodo sobre el pellejo”.  Así dicen muchos desesperados ciudadanos ante la impunidad de los delincuentes, los desmanes de los políticos o la inanidad de las leyes.  En el mundo entero está vigente una relajación de las exigencias morales y de las normas de conducta en general; no queremos cumplir con las reglas legales, con las obligaciones de trabajo o los deberes domésticos.

Platón escribió un diálogo conocido como Fílebo o del placer; también otro llamado Critón o el deber.  ¿Quién se ocupa en nuestro tiempo de reflexionar sobre los deberes? Ni los deberes cívicos, ni los deberes individuales parecen merecer la atención de los pensadores.  -¿En qué época nos ha tocado vivir?  Preguntan algunos profesionales de la sociología; describen perfectamente los síntomas de nuestra situación social; más no aciertan con las causas que la han provocado.

El Presidente de México, Felipe Calderón, acaba de exponer en la OEA un tema de suma gravedad.  Corremos el riesgo de que delincuentes de alto nivel apoyen candidatos presidenciales, tanto en México como en otros lugares de Hispanoamérica.

Los jóvenes de hoy tienen motivos para no creer en la seriedad de los banqueros, en la probidad de los jueces, en la rectitud de los policías; ni siquiera en la honestidad de algunos sacerdotes.  Para colmo, tampoco confían en sus maestros.  Las crisis económicas, acompañadas por crisis de valoraciones, desembocarán en severas crisis políticas.

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