Del dicho al hecho hay un gran trecho. Esta viejísima expresión española no requiere de glosas, ni laboriosas explicaciones. Desear la reconstrucción de Haití no es lo mismo que llegar a ver ese país levantarse sobre los escombros del terremoto. Aun en el caso de que existiera realmente voluntad política de la comunidad internacional, no será fácil coordinar la ayuda humanitaria para Haití. A pesar de la prolongada intervención de la ONU, los resultados obtenidos hasta ahora son calificados como limitadísimos
El expresidente Clinton, comisionado por el Presidente Obama para reorganizar Haití, es de esperar que confronte tantas dificultades como la MINUSTAH. Debemos apuntar, en beneficio de Clinton, que durante sus periodos de gobierno hizo crecer el nivel de empleos en su país. También consiguió controlar el tradicional déficit presupuestario de los EUA. Estas experiencias podrían ser útiles, si se aplicaran en el lado Oeste de La Española.
El principal problema ya ha sido descrito por el poeta haitiano René Depestre y citado por la socióloga dominicana Amanda Castillo. Los franceses establecieron en Haití un campamento de trabajo esclavo para administrar plantaciones. Los hombres que laboraban en esas empresas de altísima rentabilidad no eran más que insumos fungibles de la producción agrícola.
Cualquier persona que visite la zona colonial de la ciudad de SD podrá comprobar que los españoles trasplantaron, en las nuevas tierras de América, sus instituciones civiles, creencias religiosas, costumbres, artesanías, tradiciones, arquitectura, canciones infantiles.
Cabildos, alcaldes pedáneos, Real Audiencia, capitanía general, universidades, son huellas visibles de nuestra historia colonial. La ciudad de Ovando, con calles trazadas a cordel, alcantarillado de aguas pluviales, contiene dentro de sus muros 18 iglesias. Los vicios, virtudes, aberraciones y talentos del colonizador español, fueron transmitidos a las poblaciones mestizas, negras, mulatas, indígenas.
Cuando los franceses abandonaron la colonia no dejaron nada que sirviese de apoyo institucional a la creación de una nueva sociedad civil.
El campamento de trabajo no estaba concebido para que, alguna vez, hubiese ciudadanos de ultramar vinculados a un reino mayor. Los extranjeros tendrán que tomar en cuentas esas realidades históricas; los dominicanos debemos poner en claro que somos el único país fronterizo con Haití: todo cuanto ocurra allá, económico, sanitario, migratorio, repercutirá aquí.