A PLENO PULMóN
El poder crapuloso

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El diario español “El País” publicó ayer un escrito de Yasmina Khadra acerca de los recientes sucesos políticos en Túnez, Yémen, Egipto.  Se titula: “No son revoluciones”.  Sostiene que se trata de movimientos populares carentes de motivación ideológica.  Opina del régimen yemenita: “una dictadura estática, esclerotizada, sin proyecto real de sociedad, basada exclusivamente en alianzas tribales”.  Del gobierno tunecino nos dice: “era un poder crapuloso […], asentado en el nepotismo, la corrupción, el tráfico de influencias”.  La mujer del Presidente Ben Ali huyó de Túnez con tonelada y media de oro.

 Explica que en Egipto la dictadura de Mubarak permite “una creciente ingerencia de los intereses geo-estratégicos de […] los EUA e Israel”.  Cree que los gobiernos de esos tres países han causado “marasmo y… descomposición socioeconómica”.  Yasmina Khadra es el pseudónimo del escritor argelino Mohammed Moulessehoul; significa “jazmín verde”, que es el nombre de su esposa.  Bajo ese “rótulo literario” femenino ha publicado en francés varias novelas, entre ellas, “El escritor”, “El otoño de las quimeras”, “Lo que sueñan los lobos”.  Adoptó el pseudónimo para “superar” limitaciones expresivas que su condición de militar le imponía durante la guerra civil en su país.

 Yasmina Khadra es hijo de “una mujer nómada y un enfermero del  Ejército de Liberación Nacional”.  Nació en el Sáhara argelino en 1955.  Concluye su escrito de “El País” preguntándose si “los levantamientos” podrían extenderse a Marruecos, Jordania, Argelia, Libia.  Finalmente, pronostica: “Los envites geo-estratégicos son de tal calibre que gustosamente aceptarían el sacrificio de algunas decenas de miles de muertos”.  Esta perspectiva trágica parece todo lo contrario de un oloroso jazmín verde.  Lo único común entre Yémen, Túnez y Egipto es que los tres pueblos reclaman libertad, honor, “posibilidad de acceder a una vida decente”.

Yasmina Khadra conoce bien el mundo africano, musulmán, árabe; nosotros no entendemos completamente los terribles conflictos de esa región turbulenta.  Desde lejos, suponemos que también debe estar presente el cansancio, el hartazgo de la población frente a los gobernantes.  En un reciente articulo del escritor nicaragüense Sergio Ramírez, publicado por “Listín Diario”, leí que llega un momento en que los dictadores apestan.  Así ocurrió con Somoza, Batista, Trujillo, Hitler, Stalin, Mussolini.  Ninguno percibió su mal olor.

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