El sombrero del Presidente Zelaya flota en el oleaje político internacional; cada grupo político monta una obra de teatro inconclusa; ninguno de los actores lleva sus declaraciones hasta las últimas consecuencias. Hugo Chávez no puede, obviamente, tumbar a Micheletti; Insulza y la OEA no tienen fuerza suficiente para aplicar mayor presión a los que han desalojado del poder a Zelaya. Obama estudiará el caso para verificar si se trata, realmente, de un golpe de Estado. Desde comienzos de junio la Casa Blanca conoce todos los ingredientes de este guiso político.
El Presidente Leonel Fernández, según se dijo la semana pasada, frenó al canciller Morales Troncoso para que no viajara a Honduras a cumplir un papel tan desairado como el de la OEA. Los empresarios hondureños no han economizado insultos al conocer la propuesta del Presidente dominicano de apretar a Micheletti a través de CAFTA. Muchos de estos insultos son inaceptables: montados sobre prejuicios raciales, no los comparte ningún antillano y muy pocos centroamericanos; menos aun el Presidente Obama, quien tuvo el acierto de reunir en su jardín un catedrático negro vejado con un policía blanco vejador. El propio Obama asistió en mangas de camisa a este acto litúrgico antirracial.
Algunos otros insultos hondureños al Presidente Fernández tampoco son aceptables; aunque sí explicables políticamente. En Honduras ocurrió un golpe de Estado perfectamente caracterizado. Es cierto que los militares embarcaron y despacharon a Zelaya; pero tanto el Congreso como la Suprema Corte de Justicia apoyaron la destitución del Presidente en ejercicio. La mediación del Presidente Arias, de Costa Rica, también sigue la misma senda inconcluyente por donde han ido los demás protagonistas de este chocante drama tragicómico.
Ahora ha salido a relucir que Zelaya echaba dentro del sombrero un dinerito para sus caballos y otro poco para sus asesores extranjeros en materia política. Naturalmente, esto puede ser una maniobra de sus enemigos. Le acusan de haber metido en el sombrero, sin trámites ni licitación, 6.7 millones de dólares. El sombrero característico del antiguo finquero se ha convertido en una boya que anuncia su presencia flotante: en Nicaragua, en la RD, en Costa Rica, en los EUA. ¿Qué ocurriría con el sombrero durante la entrevista con Hillary Clinton?