A PLENO PULMON
El subterráneo político

<STRONG>A PLENO PULMON<BR></STRONG>El subterráneo político

Los sabihondos de la política dominicana afirman que Danilo Medina tomó una mala decisión al competir con Leonel Fernández por la presidencia de la República.  Dicen, frunciendo la boca, “no era su tiempo”. 

Quedó “como perico en la estaca”.  Otras personas, tal vez “menos enteradas”, pero de mayor experiencia vital, opinan que el Presidente Fernández necesitará del apoyo de congresistas y munícipes para gobernar sin obstáculos durante los próximos tres años.  Para lograr ese objetivo será preciso tener la colaboración de los peledeístas más distinguidos. 

Ciertos “expertos” políticos maliciosos consideran que ese problema no es importante, pues los otros partidos, los  de oposición, no harán oposición alguna y suplirán con creces las disidencias internas del PLD.  Reformistas y perredeístas no tendrán alternativa mejor que colaborar con el gobierno, abierta o “encubiertamente”.  El gobierno maneja recursos económicos en cantidad suficiente para persuadir a los “remolones internos” de que trabajen dentro del partido.  También distribuye empleos, sea con intención política o administrativa.  El gobierno, añaden, no está al fin del periodo constitucional sino al comienzo.

Los historiadores de nuestro periodo político “mandíbulario” consignan un aforismo que atribuyen a Macabón: “dos culebros machos no pueden vivir juntos en el mismo hoyo”.  Creen apropiado aplicarlo a estos tiempos que corren.   Lo mismo en el PRD que en el PLD; da igual que se trate de Hipólito Mejía y Miguel Vargas o de Danilo Medina y Leonel Fernández.

El gobierno maneja recursos en cantidad suficiente para persuadir a los “remolones internos” de que trabajen dentro del partido.  También distribuye empleos.

Desde luego, no es lo mismo estar en el poder que fuera del Palacio Nacional.  Para los políticos este distingo es un asunto esencial.  Equivale a la gran división de los naturalistas: mundo orgánico y mundo inorgánico.  Entre seres vivos y sustancias minerales la diferencia es obvia.  El disidente de un partido en el poder no debe separarse de sus filas.  Si hace eso corre el riesgo de que le abandonen sus propios seguidores. 

Quedar dentro, en disidencia, puede dejarle algún poder de regateo y la influencia de amigos cerca del poder real.  Políticos dominicanos que abandonaron los partidos donde militaron toda la vida, quedaron “con piernas amputadas” y crédito reducido.  Esa experiencia, vivida ya por muchos en otros partidos, contribuye a que los peledeístas obren con prudencia.  Juan Bosch parece inimitable.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas