Trujillo es un resultado de nuestra historia y, a la vez, un obstáculo para nuestro desarrollo social. Funciona como un hito y como una retranca. La intervención militar norteamericana de 1916 tuvo varios efectos sociales inmediatos: el desarme total de un pueblo acostumbrado a perpetua guerra intestina; la anulación o supresión de los principales caudillos conchoprimescos; el establecimiento del sistema de titulación de tierras; la organización administrativa de las aduanas; continuas campañas sanitarias contra la malaria, la tuberculosis y otras enfermedades infecciosas.
Las intervenciones administrativas, pactadas en las convenciones dominico- americanas de comienzos de siglo, estaban dirigidas al cobro de deudas, directamente, en las aduanas mismas, por parte de los acreedores del gobierno dominicano. Como todos saben, la policía creada por los norteamericanos, el único cuerpo armado existente en 1924 a la hora de la desocupación, llegó a ser mandado por Trujillo. Quiere decir que el hombre que nos marcó con el hierro de la dictadura fue heredero de la presencia norteamericana en nuestro territorio: en los aspectos militares, sanitarios, administrativos, coercitivos, procedimentales.
Los méritos de El jefe son, en gran medida, méritos de las fuerzas extranjeras encaminadas a reducir a la obediencia un pueblo desordenado. Los romanos construyeron calles rectilíneas en Jerusalén para vigilar mejor a los judíos. La buena calidad de las vías romanas en Judea estaba al servicio de la dominación. Es claro que todos los pueblos, puestos a escoger entre el orden y la libertad, escogen el orden cuando la libertad o el libertinaje amenaza su bienestar. Los hombres restringen la libertad para mejorar la seguridad. Obviamente, lo ideal sería gozar, al mismo tiempo, de bienestar, orden y libertad. Por eso es tan importante contener la delincuencia: para no llegar a preferir la dictadura.
¿Cuántos uniformes tenía Trujillo en su guardarropa? ¿De cuántas amantes disfrutaba? ¿Qué volumen alcanzaba su fortuna? ¿Cuántas personas sobornó en su país? ¿Quiénes le ayudaron en el extranjero? ¿Cuántos haitianos mató? ¿Por qué tantos asesinos se empeñaron en servirle? Estas preguntas actúan como argumentos novelescos para llamar la atención sobre la personalidad de Trujillo. Cada libro de los publicados recientemente destaca una faceta de el tirano mejor del mundo. ¡Extraído del pasado y propuesto para lo futuro!