A PLENO PULMÓN
El valor de la vida

A PLENO PULMÓN<BR>El valor de la vida

No hay día del calendario en que no topemos con noticias truculentas. A veces proceden del mundo político, en ocasiones del ámbito de los negocios, o del crimen organizado, o de las costumbres de grupos sociales encumbrados.  En casi todos los casos esas noticias son repulsivas por la degradación humana que revelan.  En Nápoles  -tercera ciudad de Italia-, la camorra hace política a base de llenar las calles de basura.  Los habitantes de la legendaria Parténope nada pueden hacer para tener limpia la vieja ciudad capital del Reino de las dos Sicilias.  La mafia, en estrecha alianza con los políticos, ha creado “negocios impenetrables”.

En México los narcotraficantes pueden matar 25 personas en un solo día; en Ciudad Juárez es posible que trozos de cadáveres –descuartizados por especialistas-, sean lanzados en las puertas de sus familiares.  En Santo Domingo los asesinos a sueldo mantienen “tarifas módicas” e incluso aceptan pagos  a plazos.  No es lo mismo encargar la muerte de un hombre en los “sofisticados” mercados del Norte que en las flexibles bolsas caribeñas del crimen.  Después de un crimen los instigadores deben enfrentar a la prensa y al ministerio público.  En ambos sectores encontrarían “ventajas comparativas” en el Caribe antillano.

Las tumbas son saqueadas en la mayor parte de nuestros cementerios.  Las reseñas periodísticas consignan: “hubo robo de objetos funerarios y propios del culto religioso”.  Ya no está de moda utilizar la palabra “profanación”.  La falta de respeto por la vida humana, vigente “en medio mundo”, ha alcanzado a los sepulcros.  La solemnidad de los ritos funerarios, en todas las culturas, es un homenaje a la “vida cumplida” del que muere.  Se decía “honras fúnebres”, “discurso panegírico”.   Los obituarios de hoy son listas de muertos, publicitadas por razones “de mercado”. 

La tabla de valores tradicionales ha sufrido un sacudimiento mayor del previsto por Nietzsche a fines del siglo XIX.  Los antiguos valores: morales, religiosos, estéticos, lógicos, prácticos, que estudiaban los axiólogos alemanes, han desaparecido de los textos de filosofía.  Han perdido valor los valores.  El desprecio por la vida acarrea el desdén de los muertos, de los restos del que fue.  La vida era estimable porque en ella podían echar raíces los demás valores.

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