A PLENO PULMÓN
Emigrantes-refugiados

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Emigrantes-refugiados

Miles y miles de personas emigran todos los años.  Salen de sus países de origen por razones políticas, económicas, profesionales.  A veces no saben el idioma que hablan las gentes donde habrán de vivir; tampoco saben si encontrarán un trabajo satisfactorio, si se adaptarán al clima o a las costumbres del lugar de destino.  El desarraigo es una marca de nuestra época.  Por su número, los emigrados constituyen hoy el “tercer país del mundo”; solamente la China y la India tienen una población mayor.  Unos grupos defienden “los derechos humanos de los extranjeros”; otros, les niegan la sal, el pan, los medicamentos.  Los rechazan radicalmente.

El sociólogo polaco Zigmunt Bauman, parodiando el Manifiesto Comunista, ha escrito: “un fantasma sobrevuela el planeta; el fantasma de la xenofobia”.  Las crecientes migraciones alimentan “sospechas y animosidades”.  Los empleadores de muchos países las necesitan. Representan un contingente de mano de obra barata sobre el cual no existen muchas “responsabilidades sociales”.  Hay filipinos en Japón, turcos en Alemania, albaneses en Italia, magrebíes en España, haitianos en RD, “hispanos” en los EUA, chinos en el mundo entero.  Siempre hubo migraciones; guerras, sequías, bancarrotas, generalmente eran seguidas por mudanzas colectivas.  Nunca en la cantidad de nuestros días.

Se trata de un “problema global” que confrontan las ciudades de estos tiempos; no están, como en el pasado, “amuralladas” contra los “extranjeros”.  El narcotráfico, el contrabando de armas, la especulación financiera, son también “problemas globales”.  Según Bauman, por causa de “los problemas engendrados globalmente los residentes de las ciudades deben enfrentarse a una tarea que de ninguna manera pueden asumir: buscar soluciones locales para las contradicciones globales”. Los trastornos monetarios internacionales son globales; ningún gobierno nacional es capaz de remediarlos.

Bauman afirma: la clase media padece miedos, incertidumbres y presiones, “globales”.  Vivimos aterrados ante el extraño: el otro podría ser un enemigo.  Explica que el  antiguo “homo economicus” productor, se ha convertido en “homo consumens”.  Nos hemos transformado en una “sociedad consumidora”.  El ahorrista tradicional ahorraba “para tener después”; la gente de hoy vive “sincrónicamente”, quiere consumir “ahora mismo”.  Son “ahoristas” por principio.  No esperan grandes cambios en lo futuro.  “Viaje ahora y pague después” es un slogan globalizado. Conviene, pues, estudiar a Bauman.

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